Capítulo 27. El pacto de los secretos compartidos

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—¿En serio me vas a hacer creer que entre tú y Dallen no ha pasado nada?

Lo más difícil de aquella semana había sido escondérselo a Leo. Sin saber cómo, se había vuelto una parte importante de mi vida y me dolía no contarle la verdad. Pero aún estaba buscando el momento oportuno para hacerlo.

Quería hacerlo, de verdad que quería, pero es que no había manera de encontrarlo a solas en el piso.

—Leo, solo somos amigos —mentí una vez más.

Corté otra rodaja de lima y la metí en un recipiente de plástico, mientras sentía como me comían los remordimientos por dentro.

—Ya.

La imagen de Dallen comiéndome a besos cruzó mi mente y tuve que girarme para que mis mejillas no me delatasen. Esos días con él habían sido mágicos, me sentía como si flotara, como si no pudiera ser real. Además, esos besos robados a conciencia me ayudaban a soportar los intentos fallidos de coqueteo de Cordelia e incluso hacía que los encontrara hasta divertidos.

Pero solo un poco.

Miré a Leo, que curioseaba su teléfono sin prestarme atención, y me sentí aún peor por no contárselo. Di un vistazo al local vacío y entendí que no habría una ocasión mejor para hablarlo. ¿Pero cómo?

—¿Puedo preguntarte algo? —Leo alzó su mirada de su teléfono y los nervios se me instalaron en la garganta— ¿Tú y Simon... Tenéis algo?

No sé por qué había preguntado eso. Lo había deducido porque últimamente pasaban mucho tiempo juntos.

Sus mejillas cogieron un poco de color y dio un sorbo al botellín de cerveza que tenía justo enfrente, eludiendo mi mirada y mi pregunta. Había visto muchas facetas de Leo, pero aquella era totalmente nueva para mí.

Quizás no era la única que escondía secretos.

Di otro vistazo rápido hacia la puerta de personal y me giré a rebuscar entre las botellas de vidrio.

—¿Qué haces?

—Espera —contesté. Me puse de puntillas y alcancé la botella anaranjada sin etiqueta—. Como dijo Sebastian el día que lo conocimos, si bebes de este trago nuestros secretos quedarán protegidos.

Coloqué dos vasos delante de él y Leo me miró con las cejas arqueadas.

—Creo que la frase no era realmente así —replicó mientras cogía el vaso de chupito que le acababa de llenar—. Pero acepto. Lo que se diga aquí, se queda aquí.

—Como si fueran las vegas —añadí. Bebiendo de un trago aquel chupito de zumo con especies.

Leo me devolvió el vaso y lo lavé en seguida para no tener más trastos por en medio. Al girarme de nuevo lo miré dubitativa.

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora