VI

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Una mansión enorme, un coche con puertas que abren hacia arriba, una matrícula en la universidad más cara del país. Ropa, calzado y joyería de diseñador, incluso su rostro lucía costoso. 

¿Todo para qué? 

Su vida y destino estaban escritos sobre papel desde el día en que nació, o más bien, desde el día que fue concebido. Ni una sola decisión sobre su vida, sería tomada por él. 

Nacido en una familia de médicos, te formarás como uno y servirás como tal. 

Esas habían sido las palabras de su padre para él, cuando tenía sólo diez años. 

— Odio aquí, Jeno. —Puchereó hacía su mejor amigo. 

— Chenle, sólo nos falta epidemiología, fuerza. —Palmeó el hombro del menor para darle ánimos. 

Jeno sabía la situación en la que se encontraba su mejor amigo, quien era obligado a estudiar una carrera que no quería. Y Chenle sabía lo mucho que Jeno deseaba ser médico, sabía lo mucho que quería salvar vidas, una en específico. 

Chenle sólo esperaba que, con el tiempo, todo cambiara para él. Y que el tiempo fuera amable con Jeno, para poder salvar a su persona más importante. 

— Chenle. —Lo llamó. 

— Dime. —Respondió mientras terminaba de guardar sus libros. 

— Mi novio te invitó a cenar, quiere conocerte. —Informó con una sonrisa. 

— Eso es muy dulce, Jeno. —sonrió— Pero, ¿no voy a ser la tercera rueda? 

— ¿De qué hablas? —Levantó una ceja en confusión. 

— Sabes de qué hablo. —tomó su portafolio— Tú y tu novio, juntos, yo en el otro extremo. 

Cuando Jeno entendió a lo que se refería el rubio, sólo pudo reír. 

— Chenle, el mejor amigo de Jaemin va a estar ahí también. —Aclaró divertido. 

— Y eso a mí me beneficia en… 

— Tendrás con quien hablar. —dijo lo obvio, caminando hacia el estacionamiento— Jisung la ha tenido difícil, le vendría bien hablar con un payaso como tú. 

— También la he tenido difícil, Jeno. —Soltó con tristeza. 

— Con más razón te hará bien hablar con alguien más que no sea yo. —revolvió los cabellos del menor— Además vamos a comer lasagna. 

— ¿A qué hora me dijiste que debo estar allí? —Preguntó relamiéndose los labios. 

— A las siete en punto, tragón. 

— Nadie en su sano juicio se negaría a un plato de lasagna, Jeno. —rio tomando sus llaves para abrir su auto— Vamos, te llevaré a casa. 

Condujo varias calles hasta topar con aquel edificio pintado de color crema, donde vivían su mejor amigo y la pareja de éste, a quien venía queriendo conocer desde que Jeno le contó que tenía novio. 

Pero las cosas no se habían prestado a su favor, hasta ese día. 

— Voy a cenar lasagna, Daegal. —bailó con su perrita en brazos, que lo observaba curiosa— No me mires así, hace un tiempo no como fuera de esta casa.

Bajó a la cachorra y se lanzó hasta su cama, sentándose al centro de ésta.

— También voy a conocer al novio de Jeno, ¿puedes creerlo? —la cachorra giró sobre su propio eje— Lo sé, de locos, llevo queriendo conocerlo hace mucho. 

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora