V

366 68 5
                                    

Desde pequeño había amado a los animales con todo su corazón, especialmente a los perros.

Por ello, desde los seis años decidió que estudiaría medicina veterinaria, para poder cuidar y ayudar a los animales a sanar sus dolores y sufrimientos.

Pero nadie le contó que el periodo de internado era un infierno, de haber sabido antes, se la hubiera pensado un poco.

— Ya no aguanto esto, Lucas. —Se quejó, por milésima vez en el día.

— Ahora qué te pasa. —Bufó, caminando con pies pesados hasta el moreno.

— Ponky es el tercer perro que reviso que traen aquí  porque según anda raro y lo que tenía era hambre. —Se refregó el rostro, frustrado.

— Donghyuck, por si no recuerdas, estoy en la misma situación que tú. —le recordó— Y tienes razón, vaya mierda, ni siquiera hemos comido y ya van para las seis.

— Hablaré con la encargada, compraré algo para comer. —mostró su billetera— Encárgate mientras tanto.

— Trae mucha comida, de lo contrario te quedarás con hambre. —Pidió mientras se acariciaba el estómago con ambas manos.

— Yukhei. —lo regañó— Tienes hambre, no estás embarazado. —Señaló las manos ajenas, dándoles varios manotazos.

Tras hablar con la encargada, que había terminado por encargarle una hamburguesa, salió disparado de la clínica veterinaria que últimamente era su segunda casa.

El aire frío le enchinaba la piel y los copos de nieve se posaban sobre su abrigo nuevo, que había comprado porque la marca apoyaba una campaña en contra del maltrato animal.

— Buenas tardes. —saludó— Cinco hamburguesas, dos sin carne y mantequilla, por favor.

— Espera un momento, ya las preparo.

Diez minutos después, sus hamburguesas calientitas reposaban sobre sus antebrazos. Era momento de caminar un par de calles para conseguir las sodas a un mejor precio, porque en el local de la comida, era muy caro.

— Todo sea por ahorrar dinero. —bufó cargando sus bolsas, cuando un extraño bulto en el suelo casi lo hace caer— Qué rayos…

Se acercó con cuidado, dejando su carga a un lado en el suelo. Observó con cuidado y cuando se dio cuenta que se trataba de un cuerpo que no se movía, tomó su comida y salió corriendo del lugar.

— Lucas, tienes que ayudarme. —Pidió dejando las bolsas sobre la mesa.

— ¿Qué tienes? Te ves alterado. —ofreció su asiento al otro— ¿Pasó algo?

— Venía caminando, dando la vuelta donde siempre para comprar la soda. —recapituló con la mirada pegada en la pared— Y me tropecé con algo.

— ¿Eso es todo? —Preguntó incrédulo.

— Era un cuerpo, Yukhei. —aclaró– No se movía para nada, cuando noté eso salí corriendo para acá. —Se encogió abrazando ambas piernas a su pecho.

— Esto es lo que haremos. —empezó— Vamos a comer, porque estoy que me muero de hambre, y después nos iremos de aquí a ver lo que me cuentas, ¿te parece bien?

— Está bien.

La comida pasaba con mucho esfuerzo, después de ver aquello, se le había esfumado por completo el apetito, y no comer no era una opción. Si no comía, su amigo se la pasaría molestándolo, ni hablar.

— Vámonos, Hyuck. —Lo llamó desde la puerta.

— Vamos.

Emprendieron el camino juntos hacia el boulevard que les proveía de sodas a buen precio, buscando con la mirada lo que Donghyuck decía haber dicho. Encontrando el bulto en una esquina.

— ¿Ves? Ahí sigue… —lloriqueó pisoteando en su lugar— ¿Y si está muerto?

— No te precipites, quizás sólo está inconsciente. —Soltó acercándose al bulto, pateándolo suavemente.

— ¿Qué crees que haces, animal? —detuvo al más alto de un empujón, notando que el bulto comenzaba a moverse— Creo que sí está vivo.

— Te lo dije. —chasqueó la lengua— Hola hola, ¿estás bien? —Preguntó tocando el bulto con una mano.

Se puso de pie de un brinco, tomando entre sus dedos un cuchillo que parecía traer guardado en su abrigo anteriormente.

— ¿Quién los envió? —Cuestionó amenazando a ambos con el arma blanca.

Ambos morenos pusieron sus manos en alto, valoraban sus vidas.

— Mi nombre es Lucas. —señaló al otro con la cabeza— Y él es Haechan, te encontró aquí hace un rato mientras buscaba sodas para ambos.

— Es la excusa más estúpida que me hayan dicho. —Escupió molesto.

— No es ninguna excusa, así pasó. —habló Haechan, con notoria molestia— Creí que estabas muerto y fui por él para buscar ayuda, de haber sabido que eras un maldito mal agradecido te hubiera dejado morir en medio de la nieve, patán.

Mark abrió la boca sorprendido, jamás le habían hablado así antes.

— Digamos que te creo. —señaló al más bajo con el arma— ¿Por qué me ayudarías, eh?

— ¿Porque es lo que cualquiera debería hacer, idiota? —respondió molesto— Y si no me vas a clavar eso en la garganta te agradecería mucho que lo guardes, porque me incomoda muchísimo.

Lucas observaba todo con los ojos bien abiertos, la boquita de su amigo podría costarle la vida. Moriría de la forma menos épica posible, genial, lo último que le faltaba.

Para la sorpresa de ambos morenos, el chico de grandes ojos guardó su arma.

La alegría les duró poco al ver que de la nariz del desconocido, un hilo de sangre era lo que corría. A los segundos, lo tenían desplomado en el suelo nuevamente.

— Haechan, haz algo. —Pidió Lucas, desesperado.

— ¿Qué quieres que haga? No soy médico. —Bufó molesto.

— Pero eres veterinario, casi.

— ¡Él no es un animal, idiota! —se acercó al rostro del otro, sintiendo su respirar— Todavía respira, hay que llamar una ambulancia.

Y ese era el plan, hasta que un auto se detuvo justo frente a ellos. Dos sujetos armados bajaron de aquel vehículo.

— Si este no nos mató, estos sí lo harán. —lloriqueó Lucas— Te quiero mucho, bro.

— También te quiero, Lucas. —Aseguró observando a los sujetos tomar el cuerpo del desconocido y subirlo al auto, marchándose al instante.

— ¿Qué carajos fue eso? —Cuestionó estupefacto, estuvo a punto de morir dos veces en una sola tarde. Esa vida no la llevaba ni un agente de la policía.

— No sé, Hyuck. —se excusó— Pero larguémonos de aquí antes de que regresen.

Así lo hicieron.

Tomaron el autobús a casa del menor de los dos, donde festejaron por haber sobrevivido a dos posibles asesinatos.

Ese definitivamente no era su día de muerte.

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora