XV

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Las buenas memorias que tenía con Jaemin a veces no eran suficientes para hacer a un lado la profunda tristeza que lo invadía cada vez que veía al chico recostado sobre aquella camilla de hospital, luchando por no dejar de respirar, justo como en ese momento.

Renjun había aceptado la invitación de Jaemin y fue al apartamento a tomar un café con él.

En un descuido de diez segundos, Jaemin tuvo su primera convulsión.

Cuando Renjun regresó de lavarse las manos, encontró a su amigo retorciéndose dolorosamente sobre el frío suelo de madera. Su pecho subía y bajaba con rapidez, cada parte de su cuerpo se movía violentamente.

Sin saber qué más hacer, llamó al 119. Tuvo la fortuna de que a la ambulancia le tomara sólo cinco minutos llegar, porque de no haber sido así, no sabría cómo darle la mala noticia a Jeno.

— Jaemin. —Jeno tenía la frente perlada de sudor, Renjun supuso que era por haber llegado corriendo al lugar— ¿Qué pasó?

El mayor tragó duro, jamás había sido bueno para dar malas noticias.

— Lo dejé sentado en el comedor y fui a lavarme las manos. —empezó— Cuando regresé estaba en el suelo. —una lágrima salió— Tardé sólo diez segundos, Jeno, lo juro.

El más alto se apresuró a tomar la mano del chino.

— No fue tu culpa, Renjun. —aseguró— Esto hubiera pasado aún si no estabas ahí, así que agradezco mucho que hubieras estado con él en ese instante.

A Renjun jamás le gustó llorar en público, porque significaba mostrarse débil ante todos. Pero justo así era cómo se sentía en ese momento, jodidamente vulnerable.

— ¿Él va a estar bien? —Cuestionó al doctor, tomando la mano del chico en la camilla.

El médico desvió la mirada un segundo, tratando de encontrar las palabras para decir lo que debía. Y entonces soltó la bomba.

— De momento está estable, justo ahora está dormido. —empezó— Sin embargo, Jaemin acaba de entrar en etapa terminal, lo lamento mucho.

Jeno se quedó congelado mientras Renjun luchaba por no gritar.

— Pero, ¿etapa terminal? —Habló por fin Jeno.

— A partir de este momento todo va a cambiar para Jaemin, y para quienes lo cuiden también. —empezó— Tiene la opción de abandonar el tratamiento si así lo desea.

Jeno negó con la cabeza, no porque no estuviera de acuerdo, sino porque no entendía nada de lo que estaba pasando.

— ¿Etapa terminal? ¿Dejar el tratamiento? —giró la cabeza, confundido— ¿De qué habla, Renjun? —Cuestionó con notoria molestia.

— Voy a dejarlos con él. —explicó el médico, caminando hacia la puerta— Pero tienen que pasar a mi oficina en los próximos treinta minutos, tenemos cosas que hablar.

Y se marchó.

Entonces Jeno se permitió llorar, Renjun corrió a abrazarlo.

— Esto no puede estar pasando. —se abrazó al más bajo con fuerza— Ellos dijeron que iba a mejorar, que se pondría bien si seguía el tratamiento al pie de la letra…

— Lo lamento tanto, Jeno. —lloró— Yo también tenía esperanzas de que se pusiera bien.

Se separaron, y se vieron a los ojos, encontrando en la mirada del otro nada más que dolor y miedo.

En ese preciso instante, Jeno lo recordó, y sintió pena por el pobre escritor.

— Tengo que decirle a Jisung. —anunció, tomando su teléfono— ¿Cómo voy a hacer eso, Renjun? ¿Cómo le dices a alguien que su mejor amigo está en etapa terminal de cáncer?

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora