XIV

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Con ojos rojos y pasos presurosos, avanzó por aquella calle, asegurándose de que nadie fuera testigo de las lágrimas que bajaban por sus mejillas. 

Mientras sostenía su portafolio con fuerza contra su pecho, se preguntó qué parte de sí mismo seguía esperando por un cambio que jamás llegaría. 

Su padre jamás aceptaría que su hijo menor terminara con un legado familiar de varias generaciones, mucho menos aceptaría su orientación sexual. 

Él ya lo sabía, pero que el hombre que decía ser su padre se lo dijera con la mirada llena de resentimiento, le dio ese toque de realidad que pega duro. 

El viento mecía los árboles con ternura, las ramas todavía desnudas se movían de un lado a otro, recordándole su frágil existencia. Al sentirse solo, decidió llamar a Jisung para que fuera a buscarlo. 

Su relación con el escritor no tenía un nombre todavía, pero a Chenle no le molestaba ni un poco. Se abrazaban y daban besos, se dedicaban miradas llenas de amor y caricias que dejaban rastros de devoción. 

Sin importar nada de lo que pudiera estar pasando en el mundo, cuando Chenle y Jisung estaban juntos, se trataba de ellos dos, y eso es lo que era todo. 

— Chenle. —Lo llamó, cerrando la puerta del auto. 

— Jisung. —Musitó, lanzándose a los brazos ajenos. 

Jisung acarició con suavidad la espalda del mayor, tratando de transmitirle algo de calma. 

— ¿Qué pasó? —lo tomó por los hombros— Tú no lloras así, dime qué sucedió. 

Chenle bajó la mirada. No tenía intenciones de agobiar a Jisung con sus problemas familiares. 

— No es nada. —negó con la cabeza— Tienes que creerme, Jisung. 

— Pues no te creo una sola palabra. —se apartó del otro— Mentirme no te sirve, Chenle, no cuando tus ojos me dicen toda la verdad.

— Aunque te lo dijera, no hay nada que puedas hacer, Jisung. —sorbió su nariz— No puedes ir en contra de la corriente. 

— No trates de usar eso conmigo. —advirtió— No puedes saber si puedo hacer algo o no sin decírmelo antes. 

— Es que no puedes hacer nada, Jisung. —Se cruzó de brazos. 

— ¿Tú cómo podrías saberlo? —Cuestionó con notoria molestia, acercándose al más bajo. 

— Sólo no, Jisung. —bufó— No puedes saber todos los detalles siempre. 

— ¿Cómo se supone que sea de ayuda entonces?

— ¡¿Quién pidió tu ayuda?! 

Jisung dio un paso atrás, Chenle jamás le había gritado. 

— Jisung, yo no quise-

— Sé que no, Chenle. —tomó el rostro ajeno entre sus manos— Sólo dime qué está pasando. 

El llanto volvió a bajar por las mejillas del chino. 

— Ya nunca va a quererme, Jisung. —lloró abrazándose al más alto— Ante sus ojos soy un monstruo. 

— ¿Ante los ojos de quién, Chenle? —Acarició el cuello ajeno con suavidad. 

— ¿Podemos ir a algún otro lugar, Jisung? —limpió sus mejillas— No quiero hablar de esto aquí. 

Y por primera vez en su vida, Jisung tomó una decisión que le causaba terror. 

— Podemos ir a mi casa. —Ofreció nervioso. 

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora