IX

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Un mes y medio había transcurrido desde el día que conoció a Jaemin, y Chenle no podría explicar lo feliz que se encontraba de haber conocido a ese extraño pero impresionantemente seductor escritor ese día. 

Habían salido de caminata varias veces, senderos llenos de preguntas que Jisung le respondía con palabras bellas y profundas, como su presencia misma. 

Jisung se sentía a gusto cuando Chenle estaba cerca. 

Podía hablar horas y horas de lo estúpidas que le parecen la mayoría de las canciones de moda, cuyas letras están desprovistas de significado alguno, agregando que el sonido de su lavadora trabajando tenía mejor ritmo que la mayoría de aquellas obras aborto, como solía llamarlas.

Y Chenle siempre lo escuchaba como si le contara las mejores maravillas del universo. 

— Jisung. —Lo llamó. 

— Dime. 

— Nos conocemos desde hace más de un mes. —jugó con sus dedos— Y nunca me has dicho si tienes pareja. 

Jisung lo observó con una ceja alzada, Chenle estaba a punto de disculparse por ser tan imprudente, cuando Jisung habló. 

— No tengo nada para dar, Chenle. —soltó— En toda mi vida, no he tenido una sola pareja que pueda nombrar como tal. 

Chenle lo miró asombrado. 

— ¿A qué te refieres con que no tienes nada para dar? 

— A eso mismo. —suspiró— A estas alturas, me queda la mitad de todo, y me gustaría conservarlo para mí. 

— Cuando amas, Jisung, no entregas todo de ti a la otra persona. —miró al otro a los ojos— Entregas lo que estás dispuesto a dar. 

Jisung lo miró, bajó la vista y suspiró con los ojos cerrados. 

— No sé qué tan dispuesto estoy a exponerme de ese modo. —admitió— Y nadie merece obtener lo que no está dispuesto a dar, Chenle. 

Chenle analizó al chico que tenía enfrente, y notó que no hacía esfuerzo alguno por ocultar el miedo que lo aterraba tanto. 

— ¿Expuesto a qué? —Preguntó cruzándose de brazos. 

— Caer enamorado es caer en un estado de completa vulnerabilidad, Chenle. —empezó— Y no tengo problemas con que me rompan el corazón, porque el mío parece funcionar bien sin latidos. 

— ¿Entonces? 

— Nuestros corazones son como rompecabezas, Chenle. —miró al otro— Ambos estarán bien si los rompes, pero no volverán a ser lo mismo si alguien se lleva una sola pieza. 

Entonces el rubio comprendió, pero no estuvo de acuerdo. 

— Pero, Jisung. —colocó ambas manos sobre la mesa— Mientras tengas una pequeña chispa de ti, puedes encender el fuego nuevamente. 

Jisung observó al otro. Chenle era alguien especial, conservaba cierta ilusión que hace mucho tiempo él había perdido. 

— Como el Ave Fénix. —Mencionó.

— Puedes entenderlo de ese modo. —Sonrió. 

— El Ave Fénix está condenada a vivir por la eternidad. —Soltó con asco. 

Chenle se cuestionó por primera vez desde que lo conoció, qué clase de cosas habían marcado la vida de Jisung como para hablara de esa forma de una historia que todo el mundo amaba, un ave que renace de sus cenizas. 

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora