XVIII

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Habían pasado dos semanas desde la primera convulsión de Jaemin, desde el día en que con una mirada llena de pena le notificaron que el amor de su vida estaba a punto de morir a causa del cáncer cerebral.

Para Jeno, la noticia fue devastadora.

Pero no tanto como el hecho de que Jaemin empezara a evitarlo y hacerlo de lado, empujándolo a salir con Renjun, siempre con la excusa de que se encontraba demasiado agotado.

Jeno sabía que Jaemin le mentía, y aún así, no pudo negarse a las peticiones de su amado una sola vez.

Así que ahí se encontraba en ese momento, en una pequeña cita con Renjun, en el mismo parque en el que le había pedido a Jaemin ser su novio un par de años atrás.

— ¿Me estás escuchando, Jeno? —Sacudió una mano frente al rostro del menor.

— Sí. —Asintió.

Renjun bufó, comenzaba a cansarse de todo eso.

— Te decía que Chenle me contó que Jisung le pidió ser su novio mientras miraban las estrellas. —repitió— ¿Ya te lo había contado a ti?

— Creo que sí, no recuerdo bien. —Respondió rápidamente.

A pesar de que Renjun sentía cansancio acerca de la penosa situación en la que se encontraba con Jeno, había decidido permanecer al lado del menor. Después de todo, Jeno jamás encontraría a alguien como Jaemin.

— ¿Hay algo de lo que quieras hablar, Jeno? —Cuestionó.

El rostro de Jeno pasó de ser inexpresivo a estar pintado de desesperanza y tristeza.

— Extraño a Jaemin. —Admitió con un nudo en la garganta.

— Sé que sí, Jeno. —tomó la mano del otro con suavidad— Estoy contigo, sin importar nada, ¿de acuerdo?

— No creo que comprendas. —sus ojos se humedecieron— Amo a Jaemin, con toda mi alma.

Renjun asintió, esperando a que Jeno continuara.

— Cuando lo conocí mi vida completa se tornó rosa pastel, ¿alguna vez te ha pasado algo tan hermoso?

Renjun negó.

— Es lo mejor que me ha pasado. —asintió, seguro de sus palabras— Jaemin tomó todo de mí y lo volvió mejor, me mostró lados de mí que jamás hubiera conocido sin él. —apartó las lágrimas de sus mejillas— Nuestro amor fue hecho para ser admirado por millones de personas a través de las pantallas de cine.

Conmover a Huang Renjun jamás había sido tarea fácil, pero ahí estaba él, llorando debido a las palabras de Jeno.

— Debe ser hermoso tener algo así. —Sorbió su nariz.

— Las personas nos miran siempre conmovidas, y puedo entenderlo. —suspiró— No todos pueden tener la suerte que nosotros tenemos.

Renjun no supo cómo interpretar eso.

— Y cuando algo es tan hermoso, a menudo duele en la misma cantidad. —Se lamentó.

— Siempre hay tristezas dentro de las euforias más grandes, Jeno. —Aseguró.

— Pero cuando conoces a tu alma gemela deberías poder tenerla a tu lado toda la vida. —una lágrima bajó— Pasamos de ser la historia de amor más bella a ser el melodrama más triste, y sin final feliz.

Cuando Jeno rompió en llanto, Renjun se encargó de abrazarlo con fuerza, acariciando su espalda cada tanto, para hacerle saber que estaba con él.

Acarició los cabellos del más alto, escuchándolo jurar en susurros a los cuatro vientos que no hay una sola cosa que no haría con tal de hacerle saber a Jaemin cuánto lo amaba.

Lo escuchó hablar de lo dispuesto que estaba de ir hasta los confines de la tierra con el amor de su vida, de lo poco que le importaría hacer todas las cosas que más odiaba, todo con tal de pasar una vida junto a su alma gemela.

Incluso lo escuchó maldecir a Dios, reclamando por la forma en que se había atrevido a poner frente suyo a la persona que más amaba, haciendo que se enamoren, permitiéndoles construir lo más bello que ambos hayan tenido y vivido, todo para que se los arrebatara de la peor forma posible sin ningún aviso previo.

Renjun se sintió aliviado cuando Jeno dejó de llorar, pero la calma le duró muy poco.

Notó la forma en que el menor cerraba sus ojos con fuerza, tratando de reprimir las lágrimas que aún inundaban sus orbes. Y para cuando el rostro de Jeno estaba junto al suyo y sus labios juntos, él se había congelado.

De un brinco se apartó del seco contacto, sintiendo el estómago revuelto, lleno por completo de una sensación de traición y culpa.

— ¿Por qué hiciste eso, Jeno? —Preguntó con rabia en su voz.

— No puedo soportar una vida sin ti, Jaemin.

Y cayó al suelo sobre sus rodillas, llorando mientras rogaba al cielo por una salvación para Jaemin.

Cuando Renjun entendió lo que había pasado, se acercó al menor y se puso de cuclillas a su lado, abrazándolo con suavidad.

— Oh, Jeno, ¿qué demonios estamos haciendo?

Pero la pregunta no llegó a los oídos de Jeno, porque Renjun la había susurrado para sí mismo.

                              ʕ•̫͡•ʔ

ahora sí se viene lo bueno muajaja.
nos leemos el próximo viernes, gracias por todo! 💕 


-yuu


De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora