Jisung había escuchado varias historias de personas que atravesaron por diversas adversidades durante sus vidas, obstáculos que los hicieron crecer, madurar y aprender a vivir del mejor modo posible.
Pero de algún modo las cosas no funcionaban así para él.
Desde la muerte de su madre, cada una de las personas que se había atrevido a querer habían terminado por irse sin importar si él decidía cambiar algo de sí mismo, si se esforzaba por ser querido o si tan sólo rogaba por un beso, si trabajaba en sus inseguridades para ser merecedor del cariño de quien fuera, todos terminaban yéndose sin siquiera tener la oportunidad de detenerse a ver por un instante todas las luchas que había atravesado.
Cada vez que tenía que visitar una lápida recién hecha, terminaba por pensar exactamente lo mismo. Y es que no importaba cuán grande o pequeño fuera, no importaba cuánto dinero o propiedades tuviera a su nombre, mucho menos importaba si era joven o viejo de mente, nadie se quedaba junto a él por mucho tiempo.
Jisung sabía perfectamente que nadie podría salvarlo, pero también sabía que podía confiar en Chenle.
Oh, Chenle.
La suerte de Jisung, si es que tenía alguna, se resumía en tener la dicha de poder ver al chino cada día, desde los cálidos amaneceres hasta las frescas noches estrelladas sólo para ellos.
Chenle era como su ancla a la tierra.
Porque durante la mitad de su vida, había estado flotando en la vacía inmensidad de la nada misma, completamente solo, con más preguntas que respuestas y sin saber siquiera el motivo por el cual seguía con vida.
Pero todas las dudas y preguntas se desvanecían en el aire cuando Chenle estaba enfrente de él, observándolo con esos ojos tan profundos y oscuros, las inseguridades se marchaban cuando el chino le regalaba una de esas sonrisas tan hermosas que parecían poder llevarse consigo todo rastro de dolor que alguna vez haya existido, y cada vez que Chenle decidía unir sus labios, Jisung podía sentirse finalmente vivo.
— Jisung, Jisung. —el nombrado se sobresaltó al sentir las palmadas en su hombro, y se giró para encontrarse con el rostro emocionado de su novio— Tengo una muy buena noticia.
— ¿De qué se trata? —Cuestionó apoyando el rostro en la palma de su mano.
— Mi padre no pudo quitarme todo, me quedé con una de las casas de playa que ya había dejado a mi nombre. —sonrió dando un par de saltitos— Hablé con Mark y Haechan, ¿qué te parece un pequeño viaje a la playa, los cuatro?
— ¿No me habías dicho que el mar te aterra? —Cuestionó haciendo memoria de aquella charla nocturna.
— No. —negó— Es decir, sí, pero no importa. —sonrió sentándose a un costado del otro— Es una gran oportunidad para que la pasemos bien después de tanto, ¿qué dices?
Jisung observó los brillantes ojos de Chenle, y supo que no podría negarse.
— Pareces muy emocionado. —sonrió tomando una de las manos de su novio— Sabes cuál es mi respuesta.
Chenle se lanzó a besarlo.
— ¡Será genial, Jisung! —chilló de alegría— Un viaje de cita doble, en una casa a la orilla del mar, ¿acaso no suena maravilloso?
— Es cierto. —afirmó— ¿Mark y Haechan ya aceptaron?
— De hecho… ya vienen en camino hacia acá, y tal vez ya hice nuestras maletas. —Sonrió con falsa inocencia.
Jisung soltó una carcajada.
— Sabías que no podía negarme. —Negó suavemente.
— Necesitamos esto, cielo. —entrelazó sus dedos con los más largos de Jisung— Será bueno para todos tomar un respiro.
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De palabras y versos | nct dream
FanfictionPara todos aquellos que saborean la tristeza por primera vez. Para quienes se sienten solos rodeados de una multitud. Para los que sufren su primer pérdida. Para aquellos que dicen haberlo perdido todo. Para quienes por primera ocasión vomitan e...