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Las calles llenas de nieve comenzaban a marearlo, se estaba muriendo de frío y todavía le faltaban tres manzanas más para llegar al edificio de su amigo.

Así que comenzó a correr, con toda la velocidad que su cerebro le permitía al saber lo peligroso que era correr con el suelo repleto de agua parcialmente congelada.

Suspiró colocando ambas manos sobre sus rodillas, intentando regular su respiración después del esfuerzo físico.

Una vez estable, caminó hasta llegar al elevador y entró, colocándose los auriculares para escuchar una o dos canciones.

Estaba a punto de presionar el botón cuando un chico entró al ascensor, así que lo dejó pasar con una extraña sensación en el pecho.

— ¿A qué piso vas? —Cuestionó mirando al otro fijamente.

— Voy a ver el edificio completo, así que me da igual. —elevó los hombros— Podemos ir al piso que irás tú.

Lo observó atentamente durante varios segundos, y entonces lo recordó.

— Tú maldito mal agradecido. —lo señaló con un dedo— ¿Cómo te atreves a acercarte a mí?

Mark estaba realmente confundido, jamás había visto al moreno que tenía enfrente.

— ¿Disculpa? —Alzó una ceja molesto.

— ¿Tienes el cinismo de hacerte el que no sabe? —Gruñó.

— En toda mi maldita vida no te he visto. —se acercó al otro— Así que siento decirte que no sé de qué hablas.

— Ah no, aquí traigo mi gas pimienta. —sonrió mostrando el spray— Así que si me haces algo te quedas ciego malnacido.

Mark abrió la boca y se pegó contra la pared.

— Mejor presiona el maldito botón. —Bufó.

— Lo haré porque tengo una cita pendiente y me urge llegar, no porque me lo digas. —Presionó el botón.

El elevador se movió un par de segundos y después se detuvo, las luces también se apagaron.

— ¿Qué demonios? —presionó todos los botones, el elevador seguía estático— Esta porquería no funciona.

— Hazte a un lado. —lo empujó, repitiendo sus acciones— Lo último que me faltaba.

— Eso debería decirlo yo. —escupió— Mira que quedarte atrapado con el chico que casi te mata a puñaladas.

Mark enarcó una ceja hacia el otro, preocupado.

— ¿Te hice algo? —cuestionó con el ceño fruncido— Lo lamento, no recuerdo nada.

— Fue hace casi una semana. —explicó mientras se quitaba los auriculares— ¿Acaso estabas drogado o algo?

Mark palideció.

— Maldición, estabas drogado. —lloriqueó— Pudiste habernos matado.

— En mi defensa, jamás he asesinado a nadie por más drogado o ebrio que estuviera. —declaró— ¿Y cómo que ustedes?

Donghyuck lo observó, el chico no parecía recordar nada realmente.

Respiró hondo.

— Mi amigo, al que vengo a visitar, me acompañó a verte porque estabas desmayado en la calle. —empezó— Entonces te levantaste y nos amenazaste con una espada.

Mark estaba estupefacto, él no tenía ninguna espada.

— ¿Una espada?

— Bueno, era un cuchillo. —admitió— Pero con el miedo parecía espada.

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora