XX

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A la mañana siguiente todo parecía estar en orden, Jaemin incluso había despertado temprano para prepararle el desayuno a su novio, quien despertó al oler el delicioso aroma en el aire.

Por la tarde, ambos se sentaron juntos en el sillón para ver una película que ninguno de los dos vio realmente, ya que estaban demasiado ocupados apreciando los rasgos del otro bajo la luz de la pantalla.

Jeno debió haber intuido que después de tanta calma, la tormenta se avecinaba.

Después de la tercera película, cuando la luna había ocupado el lugar del sol en el cielo, Jaemin tuvo una convulsión.

Rápidamente Jeno se encargó de llamar a una ambulancia, los paramédicos llegaron en poco tiempo y colocaron a Jaemin sobre una dura camilla que se movía con cada tope, en cada vuelta, lastimando aún más el delicado cuerpo.

Cuando llegaron al hospital, las cosas no parecían querer mejorar.

El médico internó a Jaemin en una habitación en la sala de urgencias, de esas que se encuentran separadas únicamente por una delgada cortina azul. Las enfermeras corrían de un lado a otro con jeringas en las manos, jeringas con largas agujas que eran entregadas en manos del doctor, agujas que eran dolorosamente insertadas en la piel de Jaemin.

Tras quince minutos de intervención médica, Jaemin se encontraba estable.

— El estado de salud de Jaemin es muy delicado. —anunció— Pero de momento logramos estabilizarlo.

El doctor quiso caminar para alejarse de él, pero Jeno lo detuvo.

— Doctor Chanyeol. —Lo llamó.

— Dígame. —Se giró, observándolo atentamente.

— Muchas gracias, por todo. —Se sinceró.

— No hay nada que agradecer. —le sonrió por lo bajo— Solamente hago mi trabajo.

Y se fue.

En medio de la sala de espera, Jeno se permitió llorar. Observó las familias a su alrededor, más de veinte personas con las que compartía el mismo terror, el mismo miedo, el mismo dolor.

Y entonces lo recordó.

Tomó su teléfono y llamó a Jisung y también a Renjun, notificando sobre el estado de salud de su amado.

Veinte minutos después, Jisung, Chenle y Renjun pisaron las blancas baldosas del hospital, donde pasaron toda la noche en vela, vigilando la vida del delicado chico.

Al día siguiente, el estado de Jaemin no había mejorado ni un poco.

El chico era apenas capaz de pronunciar un par de palabras, una manguera se encargaba de ayudarlo a hacer sus necesidades, y estaba por completo rodeado de cables y mangueras. Su respiración era tan pesada como la presencia de la muerte a un lado de su camilla.

Jeno había decidido no soltar la mano de Jaemin ni un sólo segundo, pero la naturaleza lo llamó, obligándolo a visitar el sanitario.

— Jisung. —el nombrado se giró automáticamente— Cuídenlo, necesito ir al baño, será rápido.

— Deberías ir a casa a ducharte. —habló Renjun— Eres el único que no ha salido de este lugar para nada.

Jisung y Chenle lo vieron con sorpresa, Renjun se mordió la lengua. Antes de que Jeno dijera algo, Jisung decidió hablar.

— Ve a tomar un baño y algo de aire fresco, te vendrá bien. —apretó el hombro de Jeno— Cuidaremos bien a Jaemin, lo sabes.

Si había alguien que lucía tan mal como Jaemin, era Jeno.

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora