XXXIII

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Chenle jamás se consideró a sí mismo como alguien fantasioso y propenso a ilusionarse. 

Pero todo había cambiado desde que Jisung llegó a él. 

El escritor era la viva imagen de todo lo que un día deseó tener, la relación que mantenían podía no ser perfecta, pero era todo lo que ambos necesitaban. 

Y justo por eso, estaba decidido a hacer del día de hoy el más hermoso de todos. 

Giró el volante mientras una enorme sonrisa se pintaba en su rostro, Jisung definitivamente amaría la sorpresa que le tenía preparada para esa noche. 

Había salido solamente por un par de horas para comprar pintura fluorescente y brochas. Tuvo la idea de pintar estrellas en el techo de su habitación, ya que a Jisung le encantaba verlas, pero salir al patio a altas horas de la noche casi siempre terminaba con el menor cogiendo un resfriado. 

Soltó una risita tonta y cubrió sus labios enseguida, temiendo ser descubierto en medio de sus momentos más vulnerables, esos donde su novio parecía ser lo único importante en el mundo. 

¿Qué haría él sin Jisung? 

Esa era una pregunta sin respuesta, y que jamás necesitaría responder. Para Chenle, él había empezado a vivir en el mismo instante que conoció a Jisung, como si el escritor hubiera sido la llave que abrió su corazón. 

Colocó una canción en la radio y cantó con todas sus fuerzas durante los tres minutos que duró la pieza musical. Los últimos días había estado pensando en la propuesta que Jisung le había hecho, para presentar una evaluación a una de las mejores universidades de músicos del país. 

Si a Jisung le gustaba su voz, le gustaría al resto del mundo. 

Dio la vuelta una última vez antes de llegar a su calle, logrando divisar a la distancia una ambulancia y un par de patrullas justo en el frente de su casa. 

No, no, no puede ser eso. 

Estacionó el auto lo más rápido que pudo y corrió hasta el jardín, donde un grupo de uniformados se encontraban discutiendo palabras que no pudo escuchar, pues estaba demasiado ocupado corriendo a toda velocidad hacia el interior de la casa. 

Varias manos intentaron detenerlo en el camino, pero no podía detenerse, no hasta ver el rostro de su novio y darle un buen beso. 

Llegó hasta su recámara, que estaba completamente vacía, y casi sintiendo su corazón salir de su pecho debido a los acelerados latidos, dio un par de pasos en dirección al baño. 

Un grupo de al menos diez personas se encontraban rodeando la habitación por fuera, y sin poder contener más su miedo, echó un vistazo hacia el interior del baño. 

Sintió su cuerpo casi desvanecerse al presenciar la escena que se encontraba frente a sus ojos, pellizcó su antebrazo numerosas veces esperando despertar de esa pesadilla. 

Pero era la vida real, la cruel y dura realidad. 

— ¡No, Jisung! —gritó con la voz por completo rota, llamando la atención de los presentes que intentaron alejarlo— ¡Sueltenme! 

Un par de mujeres uniformadas de policías lo tomaron por los brazos y forcejearon por varios minutos con él, intentando inútilmente alejarlo de la escena, viendo su objetivo frustrado cuando el rubio las empujó para poder acercarse al cuerpo del escritor, que yacía sobre una camilla. 

Observó con ojos incrédulos la mirada llena de dolor que llevaban los orbes inertes. Lloriqueó al notar que, a pesar de haber muerto, parecía seguir sufriendo. 

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora