XII

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Cuando Jaemin le dijo que quería verlo para hablar con él, tuvo un mal presentimiento, pero decidió dejarlo de lado.

Tal vez debió haberle creído más a su intuición, la verdad lo habría abofeteado con menos fuerza.

— ¿Qué dijiste, Jaemin? —Cuestionó posando ambos ojos sobre su mejor amigo.

— Ya sabías esto, no finjas que no. —miró hacia los árboles— Estoy muriendo, Jisung.

Jisung negó efusivamente con la cabeza, eso no podía pasar, no aún.

— Pero, todavía estás en tratamiento, Jaemin. —imploró— No puedes decirme esto así como así.

Jaemin lo miró, y sintió una profunda tristeza. Pero ya no había nada que hacer.

— La quimioterapia y la radiación sólo me hacen sentir peor, Jisung. —explicó— No estoy diciendo que dejaré el tratamiento, te estoy diciendo que ya acepté mi muerte.

— ¿Hace cuánto lo sabes?

— Vengo pensando esto hace una semana, pero anoche me di cuenta de que la muerte me ha estado abrazando con fuerza. —suspiró— Puedo sentirlo, Jisung, voy a morir. 

El poeta mordisqueó su labio inferior con fuerza, mientras las lágrimas bajaban como una cascada.

— Mírame, Jisung. —llamó al otro— Ya no puedo reconocer mi propio reflejo en el espejo.

— Yo puedo verte, Jaemin. —Aseguró.

— Dime, ¿qué es lo que ves cuando me miras?

— Veo tantas cosas, Jaemin. —sonrió— Principalmente a Jeno.

La gota que derramó el vaso, ahora era Jaemin quien lloraba.

— Realmente lo siento, Jeno. —lloró— Pero no puedo seguir así.

— ¿Así cómo? —Jisung estaba molesto.

— No estoy vivo, Jisung. —soltó— Estoy sobreviviendo todo el tiempo, y estoy tan cansado de eso.

Jisung bajó la mirada, él también había estado saliendo de cada lucha un poco más vencido, era cuestión de tiempo para que también perdiera la batalla.

— Entonces, ¿le dirás esto a Jeno? —Preguntó bebiendo de su té.

— No puedo hacerlo. —admitió— No ahora, no así.

— No creo que haya un modo de que suene bonito, Jaemin. —aclaró— Y le debes honestidad a Jeno.

Jaemin asintió, Jisung tenía razón.

— Se lo diré, pero debo buscar el momento. —suspiró— Tienes que prometerme algo, Jisung.

— No me hagas esto, por favor. —Suplicó.

Jaemin calló, no se sentía con el valor de pedir tal cosa.

— Lo siento mucho, Jisung. —abrazó al menor— Pero no puedo seguir aquí.

Jisung lo sabía desde hace tiempo atrás, pero no había querido aceptarlo.

— Daría todo de mí para que tuvieras otra oportunidad, Jaemin. —Aseguró.

— En esta vida no hay nada que puedas hacer para salvarme, Jisung. —acarició los negros cabellos— Pero hiciste mucho durante muchos años, gracias por ser mi mejor amigo.

Jisung miró hacia el cielo, e intentó imaginar en qué lugar se colocaría la estrella en la que su mejor amigo se convertiría al morir.

Porque si Jaemin ya no podría brillar en un escenario, lo haría en el cielo.

— Nos veremos en algún lugar, Jisung. —lo abrazó con más fuerza— Pero tengo que irme de aquí.

Jisung deseó que Jaemin estuviera hablando de irse del país, incluso del continente. Pero sabía que no era así.

Aún así, se despidió de Jaemin como si estuviera seguro de volver a verlo con vida al día siguiente.

— Jamás aprendo, he estado aquí antes, más veces que cualquiera. —apoyó la cabeza en el volante— Sigues enviándome señales, pero lamento decirte que voy a seguirlas ignorando.

Y le gritó al tiempo, a las estrellas, a Dios, al universo, por hacer de su vida una existencia tan vacía y miserable. 

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora