XXXIV

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Chenle había escuchado de Jeno que no había nada peor que perder a la persona que más había amado, que el dolor atacaba con tal intensidad que parecía estar en el mismísimo infierno.

Pero la realidad era dramáticamente peor. Cada parte de él necesitaba a Jisung a su lado, cada respiración rogaba por tenerlo con él, y todo parecía haber perdido sentido desde que entendió que jamás lo tendría a su lado otra vez.

Porque en él había encontrado su verdad, su fe, su esperanza, su salvación y su razón de existir.

Quizás por eso, cuando no lo tuvo más a su lado se sintió como un desierto sin arena, como un mar sin olas, como un cielo sin nubes, como un bosque que pierde sus árboles; igual que un jardín al que le arrancan sus flores.

Chenle sintió que la vida lo dejaba en el instante que vio a Jisung sobre el frío y húmedo suelo de aquel solitario baño, sin una sola señal de vida en su cuerpo, con la mirada clavada en el suelo mientras la sangre comenzaba a secarse sobre las baldosas blancas.

Caminó lentamente hasta su ventana, observando con doloroso interés el cielo que le regalaba esa noche, y deseó que Jisung estuviera ahí para verlo juntos mientras se tomaban de las manos, como siempre lo hacían.

No quería pensar, ni recordar, no quería sentir ni tampoco respirar. Existir le dolía demasiado.

Soltó un grito que quedó ahogado en su garganta, pidiendo por que alguien lo ayudara, por que alguien apareciera y lo hiciera sentir mejor. Deseó con todas las fuerzas que le quedaban que alguien se apiadara de él y acudiera a su auxilio.

Pero la única persona que podía salvarlo no estaba más ahí.

Observó el cielo nocturno a través de la ventana una vez más, las estrellas brillaban con un fulgor aterradoramente conocido esa noche.

Dejó caer al suelo la bata que cubría su cuerpo, y miró la imagen que reflejaba el espejo frente suyo. El cuerpo que una vez había amado, ya no le producía emoción alguna.

Porque Chenle ya no quería sus manos si ya no podía tocar a Jisung con ellas, ya no quería verlas si Jisung ya nunca más las tomaría para dejar besos en sus dedos.

Tampoco quería sus labios si no podría probar los del escritor una vez más, no soportaría seguir teniéndolos si el amor de su vida no los acariciaría con la suavidad de un terciopelo.

No quería sus oídos si no podría escuchar al poeta llamándolo, con una majestuosidad parecida al danzar de las hadas sobre fino pasto. Pronunciando su nombre de una forma que nadie más había podido, y que nadie nunca podría hacerlo.

Ya no necesitaba sus ojos si no podría leer los poemas que Jisung le escribía día con día, ni mucho menos ver la figura del escritor observándolo desde el umbral de la puerta, como si no hubiera nada mejor.

No quería sus pies, si ya no podría correr con ellos hacia el amor de su vida ni bailar con él las canciones más lentas, al tiempo que sus corazones daban un vuelco en la danza más tierna de todas.

Chenle ya no quería su cuerpo si Jisung ya no podría hacerle el amor, no lo necesitaba si el escritor ya no lo haría sentir como si un océano recorriera sus venas con cada toque.

Para Chenle, su vida había terminado desde el día en que estuvo frente al ataúd de Jisung, llorando desconsoladamente mientras extraños fingían comprender su dolor.

Colocó una mano sobre su despechado corazón, las lágrimas bajaron en automático por sus mejillas y sus manos lo vistieron con las prendas que cubrieron su cuerpo el día en que vio a su amado por última vez.

En medio de las lágrimas recordó el día en que Jisung se adentró al mar junto con él, abrazándolo con tal fuerza que su miedo a ahogarse desapareció por completo. Así que decidió abrir la llave de la tina de baño, en espera a que ésta se llenara con rapidez. 

Jisung había desaparecido para siempre, y de pronto sumergir su cuerpo entero en una tina llena de agua helada no parecía ser una mala idea.

Metió primero sus pies y después se sentó al fondo de la tina, echando su cabeza hacia atrás, recordándole los tiempos en que las mentes de ambos eran extrañas y salvajes, cuando sus almas existían en una perfecta sincronía.

Cuando sus oídos fueron invadidos en su totalidad por el agua, deseó que alguien estuviera ahí para entender la tormenta que habitaba su mente en ese momento, pero Jisung ya no estaba ahí para él.

No quiero dejarte ir.

Sus ojos presenciaron una imagen distorsionada, producto de tener toda la cabeza sumergida bajo el agua; la cabeza comenzaba a palpitarle y doler, pero no tenía planes de hacer nada respecto a eso.

Jisung, vuelve, salgamos a ver las estrellas. 

El líquido estaba por todo su cuerpo, envolviéndolo con un gélido frío lleno de dolor y sufrimiento; las gotas ascendían por sus cabellos, colándose a través de su nariz y boca.

Entonces empezó su danza.

Tiernos espasmos se hacían presentes cada tanto, sus pulmones gritaban por oxígeno mientras recibían agua, los espasmos aparecían como adorables terremotos que hacían temblar su cuerpo entero.

Mientras su cuerpo quería luchar por salir, el corazón permanecía quieto dejándose helar por el agua congelada; y un par de los últimos rayos de sol se filtraban, como queriendo anunciar su partida.

De su nariz salían burbujas y su cuerpo entero temblaba pidiendo por oxígeno, pero Chenle no tenía intenciones de abandonar la tina esa tarde.

Los temblores se volvieron violentos, el dolor de sus entrañas le decía que ascendiera a la superficie, pero su alma se sentía cómoda ahí, como si no hubiera nada mejor.

Porque ya nada estaría bien si Jisung no estaba con él.

Yo sólo quiero ver las estrellas contigo.

Poco le importó estar encerrado en el mismo cuarto en el que quedaron atrapados los últimos respiros de la persona a la que más amó. Es más, se sintió extrañamente feliz de terminar su dolor de esa manera.

Para cuando los temblores cesaron, Zhong Chenle había muerto en el interior de una fría tina de baño.

ʕ•̫͡•ʔ

hola a todooos, aquí el capítulo de hoy.

estamos a nada del final, de hecho, el siguiente capítulo es el último.

quiero agradecerles por todo, como siempre, muchas gracias 💗

nos leemos la siguiente semana.

De palabras y versos | nct dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora