Capítulo 6: Cita Parte 1.

3K 191 5
                                    

Evelyn

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Evelyn.

El dolor punzante en mi cabeza me hace despertar, mis ojos pesan. Mi cuerpo dolía por alguna razón. Llevo mi mano a mi cabeza por inercia.

Maldita sea la resaca.

No vuelvo a beber nunca más.

Hago a un lado las sábanas con las colchas, para poder levantarme de la cama. Me levanto, pero al apoyar mis pies en el suelo, mis piernas fallan, están entumecidas, por lo que todo el peso de mi cuerpo se estrella contra el suelo.

El dolor que había en mi cuerpo se esparció por todas partes. Quedó tirada unos segundos en el suelo hasta que una voz conocida me hizo girar la cabeza para lograr divisar algo.

—¿Está bien? —Pregunta aquella voz, que podía reconocer al instante.

Isabel.

Demonios, de todas las personas que están en esta casa y tenía que verme en esta situación. Es humillante.

—Crees que estoy bien si estoy pegada en el piso —Hablo molesta aún pegada al piso — pero ¿Me puedes ayudar? —Pedí resignada, odiaba pedirle ayuda, pero no estaba en condiciones.

Pregunto e Isabel se acerca a mí para ayudarme, me levanta con cuidado para poder sentarme en la cama, pero no evita enterrarme sus uñas en el brazo, dejando unas pequeñas marcas, No perdía oportunidad. Miro mi cuerpo dándome cuenta de que tengo una ropa diferente...espera tengo ropa diferente, según yo y las imágenes borrosas de mi mente me dormí con otra ropa, y ahora estoy con mi pijama.

Alguien me cambió de ropa.

—No deberías beber de esa manera si quieres tener un bebé. —habla hostil, mirándome.

Supongo que vio las botellas y mi estado actual no lo disimulaba mucho.

—¿Dónde está Mark? —pregunte restándole importancia a lo que había dicho.

Llevó tres años intentándolo. No es como si pudiera tener un bebé luego de tanto tiempo.

—Está ayudando a Matthew. Compré unos muebles para mí y los están armando. —respondió.

¿Matthew armando un mueble? Eso no me lo esperaba. El jamás había armado un mueble, ya que leer las instrucciones no es armar algo.

Era extraño, pero si era para su amante podría esperarlo.

La mirada de Isabel siempre se mantiene sobre mí. Es como si tratará de comerme viva, me escanea y examina cada centímetro de mí.

Movió su cabello hacia atrás dejando a la vista unos pendientes de diamante. Estos claramente habían sido comprados por Matthew y está claro que quería que yo los viera.

—Puedes irte si no tienes nada más que decirme. —Avisé poniéndome de pie, mis piernas ya estaban mejor, ya podía sostenerme a mí misma.

—Me gustaría que fuéramos amigas. —dijo y abandonó la habitación.

Amigas. Si claro, si ella no se acostara con Matthew y no fuera a tomar mi lugar, podría llegar a pensar en considerarlo.

Al menos el dolor de cabeza estaba desapareciendo un poco.

Caminó con lentitud a mi baño, me miró al espejo, me veía demacrada. Necesitaba cambiar mi aspecto de zombie. Saqué mi pijama quedando desnuda, encendí la ducha y mire como el agua cayó, espere a que estuviera en la temperatura exacta para poder entrar.

Mis músculos se relajan por el agua caliente. Cuando mi cabello estaba mojado puse shampoo en mi mano y lavé mi cabello, luego seguí con mi cuerpo usando jabón y una esponja de baño. Cuando terminé de bañarme salí del baño con una toalla enrollada en mi pecho y otra en la cabeza sujetando mi cabello mojado. Mire mi ropero dispuesta a vestirme con algo de ropa cómoda, no tengo la intención de ponerme algo ajustado o tacones.

Me visto con un top negro cómodo, pantalones de buzo color blanco, una sudadera que tomo sin mirar, y para mi sorpresa era roja, me colocó unos calcetines con diseño de vacas, junto a mis pantuflas de perrito.

Un outfit perfecto para acompañar a la resaca.

Hoy no tenía planes de salir. Si hacía algo de trabajo lo haría desde aquí. Nadie me sacará de esta casa por el día de hoy.

Muevo mis hombros hacia atrás en círculos sintiendo como algunos de mis huesos truenan.

¿Pero qué demonios? ¿Por qué me duele todo?

Ni que me hubiera caído o algo, o ¿sí?, tampoco recuerdo dormir doblada.

Vuelvo al baño para secar y peinar mi cabello oscuro. A veces era tedioso cepillarlo, me llegaba hasta los codos y tenía ondas.

Tía Charlotte jamás me dejó cortarlo. Ella ama mi cabello largo y sedoso.

Cuando finalmente terminó de arreglarme y tener mejor cara caminó arrastrando mis pies hacia la cocina hasta llegar a esta, donde me encuentro con la figura de Matthew cocinando algo. Mientras que Isabel sirve una taza de café.

Me acerco al mesón, me siento en mi banquito de siempre. De vez en cuando me daban pequeñas clavadas en la cabeza. Creo que no volveré a beber nunca más en mi vida.

¿Por qué las resacas deben ser así de odiosas?

Matthew coloca lo que estaba preparando en un plato, frente a mí. Alzó una ceja mirando el plato. ¿Qué es esto? Parecen ¿mariscos...? Miró a Matthew algo confundida, porque él jamás cocina, y menos si se suponía que debía estar ayudando a Mark a montar un mueble.

—Es algo que te ayudará para la resaca. —Aclara Matthew.

Tomó la cuchara que me acerca Matthew, muevo un poco el contenido, con una mueca en mi rostro.

—¿Qué se supone es?

Pregunto, mientras me pregunto a mí misma si debo comer esto. No es por ofender, pero no es muy buen cocinero.

—Es un platillo de mariscos que ayuda con la resaca. Es casero así que no te preocupes mucho por eso. Muchos lo llaman el "levanta muertos''. —Habla Matthew. Puedo escuchar la risita baja pero burlona de Isabel mientras bebe un sorbo de su café.

—Es mejor que no preguntes mucho y que te lo comas antes de que se enfríe. —Vuelve a decir.

Odio los mariscos, desde pequeña que los detesto.

—No pienso comerlo. Mejor prepararé mi desayuno. —Baje del banco, acercándome a los estantes.

—Esta noche tendremos una cita.

—No sé por qué me avisas, con tal de decirme que saldrás con Isabel basta.

—No es con Isabel. Es contigo. Hoy tendremos una cita.

Quede inmóvil antes sus palabras.

¿Ahora qué le sucede?

¿Quiere una cita? ¿conmigo?

Me observó esperando una respuesta de mi parte. Pero no sabía que decir, me agarraba desprevenida. Hace algún tiempo que no salíamos los dos, lo habíamos dejado por todos los paparazzis que nos seguían y fotografiaban.

Aunque todo ese material, sirvió para presentarnos como una pareja de recién casados enamorados y felices. Algo que ya no existe.

—Está bien. —acepte, no tenía muchas opciones de todas maneras.

Mis planes de no hacer nada, se habían arruinado. Pero debía salir en una "cita" con Matthew.

Esposa PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora