Capítulo 14: Golf.

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El sol estaba en lo más alto, pero era un día agradable

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El sol estaba en lo más alto, pero era un día agradable. La brisa fresca aliviaba la calurosa tarde. Acomode mi falda del conjunto deportivo, a Laura le gustaba que todos estuviéramos perfectamente uniformados.

Mark sostenía la pequeña sombrilla sobre mi cabeza. El sol no era mi favorito por lo que lo evitaría lo mejor posible. A lo lejos se puede divisar un carro de golf acercándose, era fácil reconocer aquel carro por la gran K dorada por todas partes.

Mantuve mis hombros hacia atrás, mirada hacia arriba, respiración relajada y esperé a que ellos bajarán. Como era de esperarse Isabel bajó primero con su uniforme azul brillante, Matthew debió conseguirle uno, que brillará más que el maldito sol. Luego bajó Laura con suma elegancia portando su uniforme azul de marca confeccionado especialmente para ella, después bajo Maximilian y Matthew portando sus peculiares uniformes azules.

Se acercaron a nosotros, solo sonreí.

—Es un bonito día, ¿no creen? —preguntó Maximilian, mientras que alguien bajaba los palos de golf.

—Es un día sumamente agradable. —Respondí amablemente.

—Ya quiero empezar a jugar. —Soltó Isabel animada.

—No es un juego, es un deporte. —Respondió Maximilian.

Nadie respondió. Tenía razón y nadie iba a contradecirlo. Mark tomó mi bolso con mis palos de golf y caminó junto a mi buscando el primer objetivo, sin que la sombrilla dejara de darme una refrescante sombra.

Después de caminar un poco llegamos al primer objetivo. Eran kilómetros de césped verde recién cortado, no había obstáculos, y era mejor para tener un lanzamiento limpio.

El primero fue Maximilian, acomodó la pelota, tomó el palo de golf y se acomodó como debía, en una postura recta, con las piernas ligeramente separadas a la altura de los hombros. Hizo su primer lanzamiento y como se esperaba, hizo que la pelota cayera directamente en el agujero. Aplaudimos.

—Muy bien. ¿Quién va ahora? —Pregunto.

—Yo. —Respondió Matthew tomando su lugar.

Hizo lo mismo, tomó la postura correspondiente e hizo su primer lanzamiento, lastimosamente la pelota cayó metros más allá que el agujero.

—Buen tiro. —Alago Maximilian — Solo que demasiada potencia.

—Fue patético. —Acotó Laura.

—Bueno...el siguiente...—Cambio el tema.

—Yo. —Alce mi mano a la altura de mi cabeza.

—Muy bien, ve a lucirte. —Sonrió Maximilian.

Le devolví la sonrisa. Me acomode y coloque mi cuerpo en la postura correspondiente, Mark me entregó mi palo de golf, y colocó la pelota sobre el soporte. Tome aire, llenando completamente mis pulmones y lo solté lentamente. Puse mis ojos sobre el objetivo, alce el palo de golf e hice mi lanzamiento, la pelota fue directamente al agujero. Todos aplaudieron, unos con más ganas que otros pero lo hicieron.

—Muy bien, esa es mi chica. —Alago Maximilian acercándose.

—Solo fue un poco de suerte. —Volví a mi lugar debajo de la sombrilla que sostenía Mark.

Los demás siguieron lanzando, caminando hacia otros objetivos. Los seguí en silencio, observando como Matthew enseñaba gentilmente a Isabel a lanzar un buen tiro. En cómo tomaba sus manos para colocarlas bien sobre el palo, él como sus cuerpos estaban tan cerca, el cómo reían, el cómo se miraban.

—Vas a hacerles un agujero si los sigues mirando de esa manera. —Hablo Mark.

—Así nos veíamos.

—Lo hacían.

—Creo que deberías intentar un poco más y distraerte. —Aconsejo.

—Es una buena idea.

—Pero antes, debes colocarte más protector solar. —Saco un pote de protector de mi bolso de mano.

—Pareces una madre. —Estiré mi brazo para que pudiera ponerme.

—Mi trabajo y deber es cuidarte. Cuidar tu cuerpo. —Colocó protector en mi piel y la esparció suavemente.

Después de eso me entregó mi palo de golf, fui por más objetivos. Todos mis lanzamientos fueron perfectos, la pelota siempre caía directamente en el agujero. Mark aplaudió cada uno de mis aciertos, apesar de estar muriendo de calor en ese traje negro que siempre lleva. No podía quitárselo si estaban Laura y Maximilian, cosas de ética.

Matthew siguió enseñando a Isabel, pero seguía fallando cada lanzamiento. Supongo que era demasiado difícil para ella. Jamás fue difícil para mi, bueno después de las clases de postura y ballet, las clases de golf no eran tan malas.

Mark se acercó a cubrirme luego de terminar con mi último lanzamiento. Me entregó un pañuelo para secar el sudor de mi frente, odiaba sudar. Lo detestaba, es por eso y entre otras cosas más me molestaba el sol. Agarré la botella de agua y bebí un gran trago, moría de sed, pero jamás podría demostrarlo.

—Bebe despacio, vas a ahogarte —Aunque a veces no era buena disimulando.

—Lo siento. De verdad que tenía sed, maldito sol. —Apoye mi mano sobre mi cabeza.

Reímos, y Mark me siguió dando una sonrisa sincera y dulce, que fue opacada por una mueca y grito de dolor junto a un golpe seco y directo. Sus piernas fallan, se tambalea hacia delante pero lo sujeto. Cae la pelota de golf al suelo, miró en dirección a Matthew, ahí estaba Isabel con rostro aterrado.

—Lo siento mucho. —Chillo arrojando el palo de golf al piso.

Mark se quejó de dolor a pesar de que lo contenía. Intentó pararse, pero el dolor se le hizo imposible.

—¿Dónde fue? —Pregunto intentando ayudar. — ¿donde duele?

—Mi hombro. Mi hombro derecho —Dijo entre un quejido —Duele como la mierda.

Maximilian se acercó a mí para ayudarme con Mark que aún estaba temblando en mis brazos. Mis ojos fueron directamente hacia Isabel, la mire con odio, la idea de que Mark estuviera sufriendo por ella, me causaba una cólera terrible.

Mark fue llevado al pequeño centro de primeros auxilios del club. Gracias a dios dijeron que no había pasado nada grave, solo quedaría un feo hematoma que duraría unos días, al igual que el dolor. Al volver al Penthouse lleve directamente a Mark a mi cuarto, Laura y Maximilian ya se habían ido a su casa, solo estaban Matthew e Isabel, que solo fueron a sus habitaciones.

Corrí a la cocina por hielo, al regresar senté a Mark sobre mi cama.

—Quítate la camisa. —Ordene.

—Evelyn...—Me miró directamente a los ojos.

—Debo poner hielo, no quiero que se ponga mas feo.

Ante mis palabras, llevó sus manos a los botones de la camisa con cuidado, quitó uno por uno, sacó completamente su camisa, a pesar de que mi idea era solo que se descubriera el hombro derecho, no iba a quejarme. Me senté a su lado para mejor vista. Fui colocando con delicadeza la compresa de hielo sobre el hematoma creciente. Sus músculos se contrajeron por el hielo.

—Todo estará bien. Estoy aquí para cuidarte.

—Creo que ese es mi trabajo.

—Solo por esta vez, cambiemos los papeles.

—Está bien, gracias.

—No hay de que.

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