Capítulo 35: Decisión.

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Mark subió el cierre de mi vestido rojo

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Mark subió el cierre de mi vestido rojo. El mismo vestido que Maximilian había pedido que usará. No creí que debía usarlo tan pronto.

Pero le hice una promesa y pienso cumplirla.

Frente al espejo no parecía yo. Muchas veces me había visto de esta manera, pero jamás así, revise mi maquillaje, que disimula el rostro demacrado que tenía, mis ojos estaban hinchados por las lágrimas, y mi nariz un poco roja. Me di la vuelta para mirar a Mark, esa camisa negra le quedaba bastante bien.

—¿Lista? —preguntó tomando mi mano.

Asentí suavemente con la cabeza. Salimos de la habitación, Matthew ya se había ido con Isabel. Laura no me dejaría ir con ellos.

Mark tomó mi bolso y bajamos en el ascensor. Subí de copiloto al auto que nos esperaba en la recepción, Mark se subió de piloto. Respire profundo manteniendo mi cuerpo calmado, el dolor seguía presente, pero debía mantener el control.

En minutos llegamos al cementerio, no había asistido a la misa, no soy muy fanática de ellas. Había autos llenando el estacionamiento, Mark estaciono el auto en el lugar reservado, justo al lado del auto de Matthew. Bajé del auto, me sentí mareada, pero debía seguir.

Mark camino junto a mí. Al llegar había muchas personas vestidas de negro que me vieron horrorizados, el ir de rojo a un funeral no era lo mejor. Mantuve mi distancia con todos, sabía que no era del todo bienvenida, y que todas las personas presentes solo venían por compromiso.

Pude escuchar la voz de Laura, ya me había visto y nuevamente no estaba feliz.

—Tu, ¿cómo te atreves? ¿en rojo? realmente eres una mujer despreciable. —Se acercó a mí amenazante.

Mantuve silencio. No iba a discutir.

—No deberías estar aquí. No mereces estar aquí. —alzó la voz.

Estaba demasiado cerca, ella podría golpearme en cualquier momento. Lo iba a ser, pero algo la detuvo.

Matthew.

—No es momento de esto. —Su voz estaba ronca, sus ojos estaban rojos y ligeramente hinchados. —No hagas esto Mamá.

Laura bufo soltándose del agarre de Matthew, volvió a su lugar. Matthew me miró, no dijo nada. Mis cayeron sobre su corbata roja, supongo que Maximilian también compartió sus gustos con él. Se quedó a mi lado, al lado izquierdo estaba Mark y al derecho Matthew.

No creí llegar a estar así.

El funeral avanzó como todos, mantuve mi distancia, no quería llamar la atención. Mark y Matthew avanzaron entre las personas, Matthew debía dar algunas palabras y Mark se ofreció a ayudar con las flores, me quedé sola detrás de todos.

—Así que también hablo contigo. —La voz en mi oído me hizo dar un salto, mire a mi costado, un hombre de mediana edad estaba parado junto a mí, su cabello negro estaba con algunas canas que sobresalían.

El padre de Giovanni.

Gabriel Greco.

El único y verdadero amor de Maximilian.

—Si, y por lo que veo contigo también. —Mencioné mirando su camisa roja.

—Él y su gusto por el rojo. Rompiendo todas las reglas posibles. — Sus labios se torcieron tristemente.

—No somos los únicos que están de rojo, algunos también lo tienen en su vestuario.

—Pero no somos invitados. Nos odia.

Esperaba que sucediera. Si me había negado a estar aquí, era probable que Gabriel tampoco estuviera invitado.

—Vamos. —ofreció su brazo.

—Laura se nos tirara encima. —mire su brazo, pero al final acepte.

—Ella no lo hará. Debe fingir estar desecha por dentro.

Tenía razón. Todos estarían tristes, todos debíamos estar tristes o al menos aparentarlo.

Caminamos, las personas nos miraban, Mark nos miró, Matthew nos miró. Mi agarre en su brazo fue fuerte, mis nervios eran una locura, Laura estaba al lado del ataúd, los últimos momentos en donde podríamos verlo antes de que fuera enterrado.

Giovanni se acercó a nosotros, se mantuvo en silencio. Matthew dio algunas palabras, su voz se quebraba, sus ojos estaban perdidos. Nuevamente vacíos. Vi cómo el ataúd bajaba lentamente, como lo cubrían de tierra, como colocaban las flores sobre él, como su nombre era el que estaba en la lápida. Mi corazón se sentía roto, destruido, destrozado.

Mark me llevó a casa, después de que todo terminara, no me sentía bien. Giovanni se fue con su padre, Matthew dejó a Laura en su casa junto a Isabel.

Nuevamente en el Penthouse.

—Evelyn. —Me llamo Mark detrás de mí. — Se que no es el mejor momento, pero es mejor dártelo ahora, tal vez consigas consuelo.

—¿Qué sucede?

—Giovani me entregó esto...—Me di vuelta, miré sus manos, había una carta.

—¿Qué es, Mark?

—Estaba en el escritorio de Maximilian cuando lo encontraron, Giovanni la encontró y guardó. —Dio un paso acercándose a mí, me entregó la carta.

En el sobre había un nombre; Evelyn.

Era su letra. Él había escrito una carta para mí. Miré la carta, no lo podía creer, entré a mi habitación, me senté en la orilla de la cama, torpemente abrí el sobre. Era su letra, estaba escrito con su pluma. Lo sabía.

Sé que escribir cartas es algo anticuado para estos años, pero sabes como soy. Y mi único objetivo de esta carta es decirte lo que con palabras no podría. Se feliz. Se feliz y vive la vida Evelyn, es lo único que deseo en lo que me queda de vida, no importa si no es con Matthew a tu lado, ambos deben ser felices, ambos deben amar a su manera. Lamento no poder haber mantenido mi promesa, no pude protegerte, lo intenté de tantas maneras, que ahora solo tengo una opción y es esta; y lo único que soy capaz de pedirte es que seas libre y visita el mundo, vive muchos años, conoce los lugares más locos, sonríe. No pude protegerte hace seis años, pero lo haré ahora. Verte sufrir de esa manera hacía que mi corazón sufriera, pero jamás pude enfrentarme a ella para protegerte, para protegerlos, los años pasaron y no pude. Se que mi vida no llegara más allá, no me queda mucho y lo sé, no soy tonto como para no darme cuenta de eso, pero cuando llegue el momento podre cuidarte de un lugar lejano donde sé que podre estar cerca de ti. Siempre te voy a amar, eres mi hija, lo he dicho muchas veces porque es la verdad, eres mi pequeña, así que nunca te olvides de mí. Debes brillar, porque entre más oscura sea la noche más brillarán las estrellas...

Las lágrimas nuevamente cayeron de mis ojos, deslizándose por mis mejillas, de manera incontrolable manchando la carta con ellas. Él quería que fuera libre ese era su deseo, eso estaba pensado cuando todo sucedió, ese fue tal vez su último pensamiento.

Quería aquella libertad que tanto me aterraba. Siempre le tuve terror a la libertad porque si la tenía no podría aferrarme, nadie me podría decir que hacer y me sentiría perdida.

Mi corazón dolía, pero debía hacerlo.

Debía vivir, tomar mis decisiones, equivocarme una y otra vez.

Debía hacer esto, no por Matthew, no por Laura, no por Tía Charlotte, Por mí.

Y por primera vez en la vida había tomado una decisión por mí misma. Porque era algo que yo quería. No eran tiempos buenos, pero era ahora o nunca. Y como dijo Mark, esa carta me entregó consuelo junto a valentía.

(💍)

Mire a Matthew.

—Quiero el divorcio. 

Esposa PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora