Capítulo 25: No es como si las cosas fueran a cambiar.

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Con furia en sus ojos levantó su mano

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Con furia en sus ojos levantó su mano. Sabía que no se iba a quedar quieta y que iba a intentar golpearme también. Di un paso atrás tomando con fuerza su brazo frenándolo a centímetros de mi rostro.

Estaba enojada. Su mejilla comenzaba a tornarse un poco roja. No era la primera vez que golpeaba a alguien, pero fue la primera vez que lo disfrute. Y me sentía un poco mal por eso, pero no importa.

—Suéltame. —Exigió forcejeando.

Solté su brazo bruscamente haciendo que retrocediera. Me mantuve quieta con mis ojos en todo momento sobre ella.

—Matthew se dará cuenta del golpe. — Tenía un tono amenazante.

—Lo hará. —aseguro desafiante.

—No puedes golpearme.

—Pero quiero.

—Matthew no dejará que vuelvas a golpear a la futura madre de su hijo. —La seguridad en sus palabras era preocupante.

Acaso ella ya ¿estaba...? No, ¿o sí? Si fuera así, era mi fin. Mi fin habría llegado.

—Tu estas...

—Aún no. Pero pronto lo estaré, haré lo que tú no pudiste y haré feliz a Matthew. —afirma.

Feliz a Matthew.

¿Qué era la felicidad para él? ¿Alguna vez ha estado feliz?

—¿Cómo estás tan segura que lo harás feliz? He estado años a su lado, y déjame decirte que su definición de felicidad no se acerca a esto.

—¿Realmente crees saber qué es la felicidad para él? Si lo hicieras no estaría aquí. Tu matrimonio no estaría como está, ¿Por qué? Porqué deberías hacer lo que debías, para lo que te criaron.

No me sorprende que ella sepa que fui criada para Matthew. Pará casarme con él y ser felices como todos esperaban de una pareja perfecta.

Pero él solo hecho de que ella lo dijera me molestaba aún más. Isabel también me culpaba de todo, como lo hacía Matthew, como lo hacía tía Charlotte, como lo hacía Laura, porque aunque ellos no me lo dijeran a la cara, lo sabían. Sabían cómo dolía, como sus miradas de desprecio y decepción que aparecían en su rostro no se podía disimular.

—Cállate. Tú no sabes nada. —Mi mano se levantó.

Me estaba desbordando. Porque quería golpearla de nuevo, quería sacar ese enojo que se comenzaba a desbordar.

—¿Vas a golpearme otra vez? Hazlo, deja otro golpe en mí y veamos a quien defiende Matthew. —me estaba retando. — porque al final sabes que él me elegirá a mí, a la madre real de su hijo.

Él enojo comenzaba a cegarme. Me acerqué a ella y moví mi mano a su cabello tomando un puñado de este en mi mano, lo jale hacia abajo causando que soltara un quejido. La miré fijamente, apreciando el dolor que le causaba.

—Tira más fuerte. Hazlo de una vez Evelyn. De todas formas sigues siendo defectuosa. Sigues siendo la muñeca rota que todos dejan.

Apreté con más fuerza, jale de su cabello mientras que sus manos intentaban soltar mi agarre. Estaba tan sumida en mi molestia que ni siquiera me di cuenta cuando el elevador abrió sus puertas y dejó entrar a alguien. Aquella persona se acercó a nosotras colocándose detrás de mí. Mi agarré en su cabello no planeaba soltarse.

Aquel aroma a perfume llenó mis fosas nasales. Sabía de quién era ese perfume perfectamente, yo se lo había regalado para navidad.

Mark.

Se apegó a mí espalda, colocó su mano sobre mi hombro, la deslizó hacia abajo deslizándose por mi brazo hasta llegar al agarré en el cabello de Isabel. Ella solo se quejaba por lo bajo, su cuerpo arqueado ligeramente no dejaba de poner resistencia.

Sentí su aliento en mi oreja. Me hizo estremecer.

—Déjala... No vale la pena... —Esa voz suave y gruesa hizo que volviera en sí.

Cuando vi lo que estaba haciendo me asusté. Mi cuerpo reaccionó dando un paso hacia atrás, pero Mark sujetó mi cuerpo por mi cintura con su mano libre. La mano de Mark acarició la mía soltando mi agarre en su cabello. Al soltarlo por completo mi mano cayó a mi costado junto a la suya.

Mi respiración estaba acelerada. Sentir la respiración relajada de Mark sobre mi hombro me ayudaba a controlar la mía. Isabel tomaba su cabeza adolorida, algunos de sus cabellos habían quedado en mi mano.

Cerré los ojos tratando de encontrar tranquilidad.

(💍)

Giovanni.

La llamada de Mark hizo que fuera de inmediato al Penthouse. No creí que Evelyn pudiera llegar a dejar calva a Isabel, pero de cierta forma sabía que se lo merecía. Pero mi interés en este momento no era Evelyn o Isabel exactamente.

Entré a la habitación de Matthew. Seguía durmiendo en la cama, su cuerpo parecía estar calmado y sereno. Me acerque a paso lento a su lado de la cama. Me incliné para verlo mejor, la escasa luz que entraba por la ventana iluminaba su rostro.

Lucia tan hermoso como siempre.

Mire su cuerpo, mantenía la ropa del trabajo, debe ser incómodo dormir así. Saque su ropa con cuidado de no despertarlo, solía tener el sueño bastante ligero, a pesar de beber mucho alcohol, un movimiento brusco podría despertarlo. Estando casi desnudo, con solo su ropa interior lo coloqué bajo las sábanas para poder arroparlo.

Moví algunos cabellos de su rostro que podrían molestarlo. Sin darme cuenta me acerqué lo suficientemente a su rostro como para poder sentir su respiración, mis ojos cayeron en sus labios rosados y delgados.

No debía hacerlo. Pero quería. Porque lo seguía anhelando desde hace años. Por qué cada vez que me acercaba lo suficiente a él moría de ganas de besarlo.

Lo deseaba y eso me hacía sentir culpable.

No podía desear a mi jefe. Menos si él solo me veía como su secretario leal.

Pero al final mi deseo de tener el mínimo toque siempre ganaba.

Rompí la distancia entre los dos y lo besé. Coloque mis labios sobre los suyos y pude sentir la calidez de sus labios, el sabor a whisky estaba por todos lados. Me separé unos segundos después queriendo más.

Queriendo que algún día él fuera el que me besara. O que al menos estuvieras sobrio, para que me reprochara que estaba mal, que no podía ser.

Él chirrido de la puerta me hace mirar hacia esa dirección. La figura femenina sobre el umbral de la puerta me dejó helado por un segundo. Trague duro buscando las palabras para decir algo.

—Yo ....Lo que acabas de ver no fue nada.

Mantuvo silencio.

—No fue nada, así que olvida lo que acabas de ver, Evelyn.

—Lo haré. —Dio la vuelta abandonando la habitación, por instinto la seguí cerrando la puerta detrás de mí.

Su mirada estaba perdida en algún lado de su habitación, junto a sus pensamientos, sostenía sus brazos.

—No creí que pudieras hacer eso.

—Ni yo.

Mantuvimos silencio por unos segundos.

—Evelyn, sobre lo que viste...

—Ya te lo dije, no diré nada. No es como si las cosas fueran a cambiar si lo hago, Giovanni. Lo sabes.

Lo sabía. 

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