Capítulo 33: Juntos.

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—De todas las cosas que podrías hacer, elijes esta

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—De todas las cosas que podrías hacer, elijes esta. —reclamó Mark viendo hacia la pared.

—Esto me va a relajar, lo juro —Coloqué mi bikini de una pieza.

—No tengo nada en contra de esto, pero ¿sabes qué hora es?

—Esta temperada, no me enfermaré, si es eso lo que te preocupa. —Acomodé bien mi bikini, di un golpecito en su hombro —Vamos, no tenemos tiempo que perder.

—Es increíble que tu ánimo suba por la idea de meterte en una piscina en la noche.

Salimos de la habitación, nos dirigimos a la piscina. Mark dejó mi toalla sobre una de las butacas. No parecía muy contento por la idea, pero la piscina se veía tan tentadora.

Di unos pasos hacia la orilla donde estaban las escaleras, bajé con cuidado sujetándome de la barra de metal. Mark se sentó en una de las butacas mirándome.

—Sería mucho mejor que des un clavado.

—Ni lo pienses. —El agua tenía una temperatura perfecta.

—Entonces no tiene sentido.

—Tal vez para ti, pero esto es mucho mejor que tirarse salvajemente. —Me deslice suavemente por el agua, en algún punto mis pies ya no tocaron fondo.

—Ten cuidado, no te vayas tan al fondo. —Advirtió. Pero ya sabía nadar.

—¿Vendrás a rescatarme? —con mis pies me empuje un poco más adentro.

—Evelyn.

—¿Qué? —Desafíe. De alguna manera debía hacer que se metiera a la piscina.

—Si esta es una manera de hacerme entrar a la piscina estás equivocada. No entraré.

—Oooh... —Hice un puchero. Me miró extrañado, jamás hago pucheros.

—Eso fue... ¿Un puchero? Así que Evelyn Ackerman hace ¿pucheros? Eso es caer bajo. —Se burló.

Rodeé los ojos.

—Idiota.

Tomé aire llenando mis pulmones, me sumergí cerrando los ojos. Mi cuerpo se sintió tan ligero como una pluma. El agua, el silencio, la sensación de estar flotando. Cuando sentí que el aire se acababa salí a la superficie, peine mi cabello hacia atrás.

Mark seguía mirándome.

—Si me llego a meter contigo ¿que gano a cambio?

—Nada, porque no lo harás. Ya me has engañado demasiadas veces. No caeré otra vez.

—Deberás darme algo a cambio. —Soltó sacando su camisa.

Mis ojos no pudieron disimular y se clavaron en su trabajado abdomen. Santa María Virgen.

Mente sana como la manzana Evelyn.

Sana como manzana.

Repetí en mi Cabeza mientras seguía mirando su cuerpo, su marca de nacimiento cada vez era más sexy, en la manera en que se acentúa en su piel, él como los pantalones la tapan ligeramente, ya que verla completa podría ser un pecado. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que cuando bajó sus pantalones, por un segundo me dio un mini infarto.

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