Capítulo 18: Feliz cumpleaños.

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Evelyn

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Evelyn.

Corte.

Y seguí cortando.

Ya no lloraba, pero mis mejillas aún estaban humedecidas por las lágrimas. La presión en mi pecho seguía. Un dolor que jamás podría irse. 

Él cabello cayó y siguió cayendo, no me detuve hasta cortarlo todo. Aquel cabello largo, sedoso y brillante ya no existía. El cabello estaba disparejo, pero no importaba, ya no.

Deje la tijera aún lado y pase mi mano sobre mi cabello. Cerré los ojos unos momentos. El sonido de la puerta abriéndose me hizo abrirlos de nuevo.

Mark.

Él cabello a mi alrededor no disimulaba nada de esto. No podía poner ninguna excusa ante esto.

—Ya llegué. —Abrió la puerta, su mirada quedó en mi para luego caer al suelo.

—Yo...

Guardo silencio unos segundos, volvió a mirarme. 

—Te queda bien, aunque está un poco disparejo, ¿no crees? —se acercó a mí.

Otra vez solamente aceptó sin decir nada. 

—Nunca fui buena cortando. —Lo miré y él acarició mi cabello.

—Puedo arreglarlo, o al menos intentarlo. Menos mal no quedaste calva. Aunque también te verías hermosa pelona. —Sonrió mirándome. Trabaja para consolarme.

—¿Eres peluquero? —Pregunte viendo cómo tomaba las tijeras.

—Les cortaba el cabello a las muñecas de mi hermana, ¿Qué podría salir mal? — espero no quedarme calva, sé que odiaba mi cabello largo, pero no es mi intención quedar pelona.

Separó mi cabello y comenzó a cortar los excedentes, emparejando. Me quedé quieta para que no me quitará más de un lado que del otro.

Ya no me sentía como hace unos minutos atrás. La presión en mi pecho seguía, pero podía con ella, mis ojos ardían un poco por las lágrimas, se estaban hinchando.

Cuando terminó mi cabello estaba completamente corto y parejo. Mi cabello que llegaba a mis caderas ya no existe más, ahora solo llega a mis hombros.

—Me veo extraña. —Solté viendo mi reflejo.

—Te ves hermosa, aunque ahora no podré tomar tu cabello, y será más difícil de jalarlo.

—Pervertido.

—¿En que estas pensado? 

—Que eres muy pervertido. 

—La pervertida eres tú, ya no podre jalarte el cabello cuando peine tu cabello, ni podre hacerte una trenza. 

La sangre subió a mis mejillas. 

—Te odio. —Mire el cabello en el lavamanos. 

Mark parecía divertirle mi reacción. 

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