Capitulo 38: Final.

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Mark

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Mark.

Corrí.

Corrí tanto como pude, hasta sentir que mi corazón ya no podía más, hasta que sentía que mis pulmones estallarían. Esa llamada había hecho que mi corazón se detuviera, y que tuviera que dar mi último respiro para llegar al hospital.

Y cuando la vi entrar por la puerta de urgencias, todo se detuvo. Su cuerpo inmóvil sobre la camilla, cómo las enfermeras y doctores corrían a su lado. Quise seguirla, pero me detuvieron. No podía verla así, su rostro con pequeñas cortadas, su cabello con rastros de vidrios, la gran mancha de sangre en su abdomen, sentí que me iba a desmayar.

La única respuesta que pude obtener de las enfermeras era que esperase. No había nada, espere y espere. Dos horas habían pasado, no había noticias. Hasta que un doctor con aquella bata quirúrgica se acercó a mí.

—Ella está bien, está estable. — Sentí tanto alivio con sus palabras, pero aun así mis manos no dejaban de temblar. — Ahora ella está siendo trasladada a una sala, para su recuperación, en unos minutos llegará la enfermera y lo guiará.

—Gracias. —Lo único que podía decir era gracias.

—Pero...debo decirle algo más.

—¿Qué sucede? dijo que ella estaba bien.

—Lo está ahora. Lo que sucede es que cuando ella llegó a cirugía tuvimos que sacar el metal que tenía incrustado en su vientre. —Se detuvo un segundo, pero siguió. — Este metal dañó severamente un órgano y tuvimos que extirparlo por completo.

Mantuve silencio.

—Lo lamento, pero ella ya no podrá ser madre.

(💍)

Los tubos y cables salían de las máquinas a su lado para terminar en ella. Su piel pálida, su cabello suelto a sus lados de la cara.

No podía verla así. No podía acercarme a ella y eso me lastimaba, pero pensar en lo que dijo el doctor lo hace aún más. Ella pensaba que, si había una manera de ser arreglada, lo haría y sería madre. Pero ahora, ya no hay nada más que hacer. Su deseo se ha roto por completo.

El cristal se empaña por mi respiración al estar tan cerca. Apoyé mi frente contra el vidrio. Mi cuerpo se sentía cansado, pero no debo dejarla sola. No puedo irme de aquí.

Ella necesita que alguien esté con ella.

No puedo dejar que de su último respiro.

Así no.

Un nudo se forma en mi garganta de solo pensarlo. No he estado esperando cuatro años para esto, aún debemos hacer demasiadas cosas, aún debes vivir la vida.

Te amo, Evelyn.

Por favor debes volver conmigo.

El sonido de un pitido fuerte me hace alzar la mirada, la máquina que marcaba sus signos vitales ya no lo hacía. El pánico me invadió, entré a la habitación sin pensarlo dos veces, me acerque a ella, toque su cuerpo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, su calor corporal abandonaba su cuerpo. Mi vista se comenzaba a nublar por las lágrimas que en segundos cayeron deslizándose por mi mejilla.

Esposa PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora