★4★

710 63 35
                                    

★ Capítulo doble 1/2 ★

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo doble 1/2

Capítulo 4: The night we met.

Supongo que lo que pasó en ese instante es lo que muchos creen del hilo rojo. Que cada uno tenemos un destino del que no podemos escapar. Aunque yo no lo sentí así. Sentí la luz cegadora de un foco, la que tienen las estrellas que iluminan la noche.

Ella fue mi estrella fugaz, y sin saberlo también fue el deseo.

Estaba acostumbrado a que mi vida diera tumbos sin sentido más a menudo de lo que de por sí me hubiese gustado, pero si esa misma mañana me hubiesen dicho que iba a terminar el día con un perro enano en brazos y paseando por las calles de Milán co...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba acostumbrado a que mi vida diera tumbos sin sentido más a menudo de lo que de por sí me hubiese gustado, pero si esa misma mañana me hubiesen dicho que iba a terminar el día con un perro enano en brazos y paseando por las calles de Milán con una española me hubiera reído. Mucho. Pero así era mi vida, tan surrealista como impredecible.

Vega, como se había presentado un rato antes, arrastraba su gran maleta por las calles de piedra, y el repiqueteo de las ruedas sobre ella nos acompañaba en nuestro paseo hasta la residencia en la que se iba a quedar. Acababa de llegar a Milán y no sabía ni siquiera donde estaba, porque me lo había confesado entre risas un rato antes al preguntarme por la dirección de la residencia en la que la estaban esperando.

— ¿Primera vez en la ciudad? —le pregunté andando a su lado.

— Sí. Voy a estudiar un curso de moda en una academia nueva que han abierto aquí.

Me fijé en ella y por lo poco que había visto me di cuenta de que era algo que pegaba con su personalidad.

— ¿Y tú estuviste de erasmus en España?

Yo asentí con la cabeza. Había empezado la carrera aquí, pero en cuanto tuve la oportunidad viajé hasta España para pasar un año de intercambio allí. Pero luego ese año se convirtió en más tiempo

— Estuve en Valencia dos años, hasta creí que me quedaría a vivir allí.

— ¿Y qué te hizo volver?

Hice una mueca ante su pregunta. No me pareció demasiado apropiado confesarle que había parado mi vida de lleno por la decepción de otra persona. Ella captó el mensaje y apartó la mirada.

— Lo siento si te ha incomodado. Puedo ser un poco bocazas a veces.

— No te preocupes, yo te he preguntado primero —le quité importancia—. ¿Segura que no quieres que te ayude con eso? —pregunté señalando su maleta.

Vega apretó los labios aguantando una sonrisa y una sensación extraña me recorrió por dentro, como si me hubieran cambiado la sangre por lava candente. No aparté mi mirada de ella ni de la sonrisa que finalmente se había acabado formando en su cara.

— ¿De qué te ríes? —le pregunté curioso.

— De nada —me contestó ella intentando esconder la sonrisa que todavía curvaba sus labios.

Aguanté su mirada por un momento hasta que Vega volvió a hablar de nuevo.

— Es solo que hablas gracioso —dijo contagiándome su sonrisa—. Me gusta tu acento.

Se me escapó una risa al darme cuenta de que se estaba burlando de mi manera de hablar español.

— ¿Te estás riendo de mí?

Ella solo se rio y me pareció que pude ver como sus mejillas se iban tiñendo de un tímido rojo. Fui a decirle que no pasaba nada, pero no lo hice y seguí andando cuando vi de lejos la puerta de la residencia. Aunque la cara que en ese momento intentaba ocultar una sonrisa era la mía.

La residencia de estudiantes estaba ubicada en una de las calles más céntricas de la ciudad, y yo la conocía bastante bien porque pasaba a diario por allí cuando iba de camino a la tienda donde trabajaba. Era un edificio antiguo, por lo que la fachada exterior no estaba apenas modificada, solo puede que un poco restaurada pero la conservación era tan buena que parecía un escenario de otra época. A Vega pareció encantarle lo que vio, porque abrió los ojos emocionada y se acercó rápidamente a la puerta para llamar al timbre. Se giró hasta mí antes de susurrar:

— Es precioso. Como todo, en realidad.

— Me alegro de que te esté gustando Milán.

La chica me dio una sonrisa amistosa que yo le devolví, y al momento la puerta de madera se abrió y una mujer salió para atendernos.

Buenas noches —saludó cortésmente.

Hola, soy Vega Castillo.

Para mi sorpresa, ella sí hablaba bien italiano. Al parecer, yo no podría meterme con su acento ni siquiera de broma. La mujer sacó una libretita para comprobar el nombre que ella le había dicho y cuando la encontró en ella, hizo un gesto para que entrase antes de volver dentro del edificio. Vega se giró hacia mí.

— Gracias por acompañarme y por el mini tour.

— Ha sido un placer. Cuando quieras.

Se me habían escapado las palabras sin haberme parado a pensarlas. Seguro que ella iba a pensar que estaba loco, pero no había podido evitarlo y lo había soltado sin más. Me había lanzado sin paracaídas, y lo que no esperaba era que en lugar de huir de mí ella sacara un trozo de papel de la libreta que llevaba bajo el brazo y me apuntase su número.

— Ya nos veremos por ahí.

— Seguro que sí.

Algo me decía que la iba a ver mucho más de lo que me imaginaba, aunque no sabía por qué. Vega se despidió y cargó con su maleta para entrar en la residencia. Y yo me quedé ahí, mirando la puerta que la señora acababa de cerrar apenas un par de segundos antes. Asimilando lo que había pasado y lo sencillo que había sido todo porque, aunque en ese entonces no lo sabía, esa noche Vega llegaría a mi vida y lo haría para quedarse.

 Asimilando lo que había pasado y lo sencillo que había sido todo porque, aunque en ese entonces no lo sabía, esa noche Vega llegaría a mi vida y lo haría para quedarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Miles de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora