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Capítulo 54: You & I

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Capítulo 54: You & I

Mario y Chiara vinieron al aeropuerto a recogernos y apenas nos dio tiempo de bajar del avión cuando ya tenía a mi amiga colgada al cuello abrazándome y felicitándome por la licenciatura. Se notaba que ahora era madre porque lo primero que hizo tras su inmensa bienvenida fue mirarme con mala cara y empezar a peinarme el pelo que me caía sobre la frente despeinado mientras yo protestaba. Mario vino a mi encuentro, o más bien en mi ayuda, en cuanto ella se separó de mí para abrazar a mi novia, a la que le repitió entre besos y abrazos que estaba muy guapa. Eso no se lo pude discutir.

Mi amigo saludó con un abrazo también que terminó con una risita y unas palmadas en la espalda. Se burló del Enzo del pasado que le había dicho que no creía en el amor y, por qué no decirlo, también un poco del Enzo del presente al que el amor le había explotado en la cara. Le quité a Dante de los brazos y le di un beso en las mejillas. Sus enormes ojos celestes como los de su padre me devolvieron la mirada en cuanto lo acurruqué entre mis brazos. El bebé se removió y balbuceó mirando hacia donde Chiara y Vega hablaban.

- Pesa más -le dije a Mario antes de mirar al bebé-. Te pesa el culo, colega.

Él soltó una pedorreta y una risa, como si hubiera entendido lo que le había dicho. A penas me dio tiempo de darle otro beso en la cabecita antes de que Vega se acercara a nosotros y Dante chillase al verla para que lo cogiese en brazos. Ella se acercó y lo levantó en brazos, hablándole con esa voz tierna que solo usaba con él y con Mino. Chiara me dio un codazo.

- Cuidado que te la quita -bromeó y pasé un brazo por encima de sus hombros.

- Esa mujer me adora. ¿No has visto que soy irresistible? -Ella simuló una arcada-. Aunque no la juzgaría, Dante es buena competencia -le seguí el rollo.

- Claro que lo es, se parece a su madre.

Mario se acercó a nosotros empujando el carrito del bebé.

- ¿Por qué no dejamos de competir por quién tiene el ego más inflado y vamos a casa? Os invitamos a un café y así recogéis a Mino, no hemos querido traerlo al aeropuerto para que no se pusiera nervioso.

Asentí y cargué con nuestras maletas hasta la salida.

Mario me llamó a la cocina con la idea de que lo ayudase con las tazas pero sabía que era su excusa para hablar conmigo de algo. Dejé a Chiara y a Vega charlando mientras me levantaba e iba a ver qué le pasaba. La última vez que lo había visto tan misterioso fue cuando me dijo que su mujer estaba embarazada de Dante, aunque dudaba que esta vez fuera eso. Al llegar a su lado, estiré el brazo por encima de sus hombros para alcanzar unas tazas del mueble al tiempo que él ponía a funcionar la cafetera con la excusa de que iba a ayudarlo para que las chicas no preguntasen.

- Chiara le dijo el otro día a Gianna que te has graduado.

Mi espalda se volvió rígida con sus palabras, mis hombros en tensión. Dejé las tazas en la encimera y me apoyé sobre ella, intentando recomponerme. Su confesión me cayó encima como un baldazo de agua fría. Mario me dio un par de palmaditas en la espalda para reconfortarme un poco.

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