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Capítulo 40: In the stars

Nuestros asientos estaban a pie de pasarela, donde se sentaban también los representantes de grandes marcas y compañía y llevé a Vega de la mano mientras buscaba nuestros nombres escritos en las sillas perfectamente colocadas allí. Debíamos vernos de risa. Ella tan guapa y tan echa a ese sitio y yo que parecía un pez fuera del agua. Pero cuando de vez en cuando Vega me miraba y sonreía, me repetía a mí mismo que no podría estar en un sitio mejor que junto a ella. Que con ella encajaba a la perfección. Acaricié su mano con mis dedos suavemente, intentando transmitirle mi apoyo y algo de tranquilidad. La sentía temblar bajo la yema de mis dedos. Ella miraba todo de una manera tan intensa que me confirmó que todo eso era su mundo, que era para lo que definitivamente había nacido, si por alguna casualidad todavía no me había quedado claro, mientras que yo no podía apartar mi mirada de ella. No podía dejar de mirarla. Me había dado cuenta de que era algo que me pasaba mucho. Mis ojos la buscaban en donde quiera que estuviese, en cualquier momento, y cuando la encontraban luchar era en vano porque Vega siempre estaría en sus órbitas.

Las luces cambiaron de color dando paso al modelo principal de la colección que Sandy había presentado. Miré a Vega, la sentí temblar más fuerte a mi lado. Una chica empezó a desfilar frente a nosotros con su diseño puesto. Sentí un tirón en el estómago, las ganas de llorar acumulándose en mi garganta y mis ojos se encontraron con los de ella. Toda ella deslumbraba. Pensé que no podría sentir más orgullo en el momento que la modelo se giró hasta donde estábamos sentados y le entregó un ramo de flores gigante. La gente aplaudía eufórica y me uní a su celebración. A nuestro lado, Sandy aplaudía emocionada mientras Vega abrazaba a la chica y luego la abrazaba a ella.

Vega era única. Bonita. Soñadora. Así era como más me gustaba verla. Y en el momento que vi una lágrima de felicidad correr por su mejilla, confirmé que a partir de ese momento, haría lo que estuviese en mis manos para que siempre fuese así.

 Y en el momento que vi una lágrima de felicidad correr por su mejilla, confirmé que a partir de ese momento, haría lo que estuviese en mis manos para que siempre fuese así

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Sabía que mi vestido cerraría la colección aquella noche, pero realmente no fui consciente de ello hasta que lo tuve frente a mis narices

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Sabía que mi vestido cerraría la colección aquella noche, pero realmente no fui consciente de ello hasta que lo tuve frente a mis narices. Podía ver la emoción de Sandy, la de Enzo y la de todas las personas que nos rodeaban. Por primera vez en mi vida fui capaz de reconocer que eso que tanto me gustaba, eso con lo que tanto soñaba, merecía totalmente la pena. Que realmente servía para eso, que me lo merecía.

Pensé en la cara de mi abuela al verme allí. Sabía que diseñar siempre fue uno de sus mayores sueños, y el que yo estuviese allí aquel día se lo debía en mayor parte a ella. Pensé en mis padres, en la manera en que mi padre se estaría haciendo el fuerte intentando esconder las lágrimas igual que lo hizo cuando me gradué del instituto. En mi madre cantando y bailando en el salón de casa celebrándolo. Los echaba mucho de menos, pero venir a Milán había sido lo mejor que me podría haber pasado en la vida. Volví mi vista hasta Enzo, que esperaba impaciente para poder felicitarme.

- ¡Bella! Estoy muy orgulloso de ti. -Me abrazó y yo le rodeé la espalda con los brazos.

Sonreí cuando nos separamos, y en el momento en el que lo miré a los ojos, brillantes de orgullo, se me encogió el corazón. No sabía en qué momento había empezado a sentir tanto por él, pero lo hacía, y era real. Mucho. Tanto que lo único que pude pensar fue en cuanto me hubiese gustado besarlo en ese momento, aunque estuviésemos delante de toda esa gente. Que me daba igual hacerlo. Lo escuché llamarme, pero las palabras murieron en su boca cuando en un impulso enredé las manos en su nuca y lo atraje hasta mí, capturando sus labios con los míos.

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