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Capítulo 37: Safe inside - Acoustic

Me guardé el móvil en el bolsillo del delantal después de mirar la hora por quinta vez. Aquella noche sería el desfile de la Semana de la Moda y al final por pasar tanto tiempo con ella, Vega me había pegado los nervios por el gran momento. Había quedado con ella en que se arreglase en mi casa, e incluso Chiara se había ofrecido a maquillarla y peinarla, así que ella, Mario y yo estábamos limpiando y recogiendo la tienda para poder cerrar temprano e irnos. Lo mejor era que al ser sábado solo abríamos hasta el mediodía, por eso teníamos que dejarla lista antes de ello. Dante estaba allí con nosotros. Él dormía tranquilo en su sillita después de haber comido y haberse quedado frito en los brazos de mi amigo mientras que nosotros limpiábamos intentando hacer el menor ruido posible para no molestarlo. El móvil empezó a sonarme en los bolsillos e intenté cogerlo rápido para no despertar al bebé. Todos suspiramos con tranquilidad al ver que seguía durmiendo como si nada. Con cuidado dejé la escoba junto al mostrador y contesté la llamada yendo hacia la puerta para poder hablar mejor y no en susurros.

- ¿Diga? -descolgué la llamada.

- Buenas tardes, ¿hablo con Enzo Scianca?

Fruncí el ceño confundido. Me había causado curiosidad que el prefijo del teléfono fuese español, pero aquella voz me sonaba y me acababa de hablar en español, confirmando que la llamada me la estaban haciendo desde allí. Intenté hacer memoria de quien pudiese ser a la vez que contestaba:

- Soy yo.

La risa inconfundible que la persona soltó al otro lado me hizo darme cuenta de que sí conocía esa voz muy bien y reconocí a la persona que me estaba llamando, aunque no tenía ni idea del porqué.

- ¿Cómo está mi milanés favorito?

- Soy el único milanés que conoces, Martín -rebatí yo burlesco.

- Por eso eres mi favorito -insistió él.

Negué con la cabeza divertido. Martín había sido uno de mis profesores de la universidad cuando estuve viviendo en Valencia y también mi tutor todo ese tiempo. Siempre había sido un profesor muy entregado con lo que hacía y no tuve problemas con él, todo lo contrario, incluso llegamos a hacernos un poco amigos. Pero después de volver a Milán había perdido el contacto con él después de que me fui sin avisar y él me había llamado preguntando las razones que tuve para hacer aquello sin más cuando solo me quedaban un par de asignaturas para graduarme.

- Antes de que me digas que no, te estoy llamando por lo que ya sabes.

No entendía las razones de esa llamada tanto tiempo después, ni porqué precisamente en ese momento cuando parecía un tema ya zanjado.

- No voy a volver, Martín -expuse tajante.

- Acabo de decirte que no me dijeras que no. -El profesor había usado un tono autoritario, pero incluso desde la distancia pude imaginar cómo sus labios se curvaban en una sonrisa en aquel momento-. Hay una convocatoria nueva en Mayo. Te quedan solo un par de asignaturas y ya estaría, porque el trabajo final lo tienes acabado.

Había estado durante todo el curso buscando información y redactándolo bajo la supervisión de Martín. Me motivaba tanto el tema y la carrera en general que lo tuve terminado en un pestañeo, pero el hecho de volver era algo que todavía no me convencía. Era la misma conversación que habíamos tenido entonces. Un pequeño esfuerzo y ya estaría, pero yo no sabía si me sentía con ganas de intentar nada.

- No sé. No creo que sea buena idea.

Miré por encima del hombro al sitio donde Chiara y Mario charlaban mientras me dedicaban miradas furtivas, señal de que estaban escuchando algo de la conversación.

- Si por alguna señal del destino cambias de opinión, este es mi teléfono. Los dos sabemos que esto es lo que te gusta. No tienes por qué renunciar a tus motivaciones por terceras personas.

Sabía demasiado bien que se estaba refiriendo a ella. A Marina. Porque a pesar de que no quise explicarle expresamente los motivos que me llevaron a esa decisión, supuse que los cabos se acabaron atando solos después de un tiempo. Sabía que lo había dejado todo después de romper con ella y todo ese tiempo después de todo todavía estaba reacio a recuperar todo lo que perdí por estúpido.

- Enzo, piénsalo.

Se despidió de mí antes de colgar y dejarme solo con mis propios pensamientos. Inspiré hondo, sus palabras habían calado hondo en mí y me pregunté si Martín tendría razón. Si todavía no era demasiado tarde para nada que no estuviese dispuesto a hacer. Mi mirada fue directa a la calle y vi de lejos llegar a Vega, que me sonreía y llevaba en alto una percha en la que imaginaba que estaba el vestido que se pondría aquella noche. Pensé que ella era valiente, mucho más que yo. Estaba orgulloso de ella por haber puesto sus sueños por delante sin importarle las consecuencias. Un nudo me comprimió el pecho.

¿Era esa la señal para que aceptase la oferta?

¿Era esa la señal para que aceptase la oferta?

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