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Actualización 2/2

Capítulo 38: Rewrite the stars

Chiara llevaba más de dos horas encerrada con Vega en mi habitación mientras se preparaba, y yo ya estaba empezando a ponerme un poco nervioso. Dante, que se había despertado, me miraba embobado desde su sillita mientras yo me cerraba los botones de la camisa. Vega me había ayudado a escogerla y yo había seguido sus consejos al pie de la letra porque, claramente, ella era la experta en el tema. Me peiné un poco con los dedos mientras volvía al lado de mi sobrino, quien de repente puso un puchero antes de empezar a llorar.

- Espera, colega -susurré mientras lo desataba para cogerlo en brazos.

Lo levanté y lo sujeté contra mi pecho intentando mecerlo para que dejase de llorar. Dante se removía inquieto en mis brazos hasta que por un momento pensé que lo había logrado, pero antes de poder darme una palmadita de enhorabuena a mí mismo, empezó a llorar otra vez y lo hizo mucho más fuerte.

- Ya casi estamos. -Chiara se asomó al salón-. Dale el chupete, está en el bolso de los pañales.

Ella se volvió a perder en mi habitación y yo procedía a rebuscar con una mano en el puñetero bolso, y con la otra sujetaba al bebé mientras intentaba mecerlo. En cuanto lo encontré se lo puse y mágicamente dejó de llorar, acurrucándose en mis brazos y succionando el chupete con fuerza. Solté un suspiro de alivio.

Bendito inventor de chupetes, amén.

Me senté en el sofá con él en brazos y lo acurruqué contra mi pecho. Él se volvió a quedar dormido rápidamente. Lo miré fijamente mientras su respiración se volvía pausada y soltaba pequeños suspiros entre sueños. Todavía me costaba imaginar que hacía tan poco él no estaba y que después meses se había convertido en una parte esencial de mi vida. La puerta de mi habitación se abrió poco después y Chiara salió primero con una sonrisa de oreja a oreja. Su emoción me puso nervioso.

- Te vas a morir -me susurró mientras me quitaba a Dante de los brazos y yo me levantaba del sofá. Arqueé las cejas y ella asintió con la cabeza animadamente.

No me dio tiempo a replicar mucho más cuando vi a Vega salir de mi habitación hasta donde estábamos. Los tacones repiqueteando en el suelo del apartamento. Casi tuve que sujetarme la mandíbula para que no tocase el suelo. Esa mujer iba a matarme de verdad. Vega llevaba un vestido azul marino con una abertura que dejaba su pierna derecha a la vista y le realzaba todas las curvas. El vestido tenía destellos brillantes que le daban un toque especial y además ella lo había complementado con el collar que le regalé por Navidad y unos pendientes preciosos que le había dejado mi amiga. También llevaba el pelo recogido en una trenza que le caía sobre un hombro y los ojos maquillados en tonos oscuros. Se había pintado los labios de rojo y mi cabeza solo planeaba escenarios en los que terminaba quitándoselo. Podría haberme caído de culo en aquel momento si Chiara no me hubiese estado sujetando mientras daba saltitos de emoción. Intenté tranquilizarme un poco mentalmente antes de acercarme a ella lentamente, que me miraba tímida. Supuse que estaba nerviosa por todo y la había escuchado decirle a Chiara que ella nunca se maquillaba tanto y que se veía rara, pero yo la veía preciosa. Le di un beso en la mejilla y agarrando su mano la hice girar sobre sí misma.

- Voy a ser la envidia de esta noche, bella.

Vega me sonrió pareciendo un poco más cómoda con su apariencia.

- Lo mismo te digo, italiano. -Esta vez fue ella la que me besó en la mejilla-. Estás muy guapo. -Se sonrojó un poco al decirlo, así que debía de ser verdad-. Voy por mi bolso y ya podemos irnos.

Asentí y ella se perdió de nuevo dentro de mi habitación para coger las últimas cosas que le faltaban. Chiara se acercó acechante hacia mí. Mucho había tardado en hacerlo para ser ella.

- ¿Está guapa, verdad? -preguntó con inocencia fingida.

- Al grano, que ya nos conocemos.

- Solo quería recordarte lo importante que es aprovechar las oportunidades que nos da la vida. -Me dio un par de golpecitos en el pecho-. Por si se te olvida.

Ella se encogió de hombros de manera inocente. Su mirada me hizo ponerme a pensar en lo que le habría dicho a Vega allí dentro y sentí como me empezaban a sudar las manos. Conociéndola, no había sido demasiado discreta. Fui a replicar cuando Vega salió y llego hasta mi lado. Rodeé su cintura con el brazo mientras empezábamos a andar hasta la puerta.

- Enzo -me llamó mi amiga-. Oportunidades.

Negué con la cabeza antes de cerrar y nos fuimos.

Negué con la cabeza antes de cerrar y nos fuimos

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