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★ Actualización 2/2 ★

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Actualización 2/2

Capítulo 43: I don't care (Acoustic)

No tenía ni idea de cómo debía sentirme al volver. Al principio pensé que sentiría ansiedad, miedo u otras muchas cosas. No me hubiese imaginado la sensación que había tenido en el cuerpo mientras el avión aterrizaba, transportándome a su vez a unos años atrás. Un par de días atrás no hubiese sido lo mismo, pero lo único cierto fue que no sentía miedo, no sentía melancolía. Solo unas tremendas ganas de volver a comerme el mundo. Recogí mi maleta de la cinta en cuanto la vi pasar y, con ella y mi mochila a la espalda, busqué la salida. Una carcajada brotó de mi garganta cuando vi al personaje que sujetaba un cartel con mi nombre y un mensaje debajo. Había insistido en venir a recogerme al aeropuerto en el momento que lo llamé para contarle que iba a ir, y yo no había tenido otra opción que aceptar que lo hiciese, porque sabía que igualmente ría a buscarme. Martín me envolvió en un abrazo en cuanto llegué a su lado, dándome palmadas en la espalda de manera eufórica.

- ¡Italiano cabezota! -exclamó al separarse de mí.

- ¿No me dirás primero hola?

Mi profesor se ajustó las gafas redondas para mirarme fijamente. Estaba tal y como lo recordaba, como si nunca me hubiese ido y no hubiese pasado todo aquel tiempo desde la última vez que nos habíamos visto. Ajusté mi mochila con la mano en el mismo instante que Martín me echaba un brazo a los hombros, andando hasta la salida por fin. La calidez de la ciudad era bastante a pesar de que ya casi se estaba haciendo de noche. El profesor señaló un coche azul para hacerme un gesto y que me subiese en él. Metí mi maleta en el maletero del coche y cuando cerré la puerta del copiloto, él arrancó el coche para ponernos de camino a una pequeña residencia donde yo había alquilado una habitación para aquellas semanas. No era una de las mejores de la ciudad pero sí una de las pocas opciones que había encontrado a esas alturas del curso, además de que tenía mi propio espacio y era económico. No podía quejarme.

- Espero que vengas con ganas, no creas que porque me caigas bien vas a tener privilegios.

Martín acabó con el silencio que nos envolvía dentro del coche, haciéndome sonreír.

- Ni se me ocurriría pensarlo.

El aire de la ciudad se metía por la ventanilla del coche, despeinándome el pelo y la radio emitía música bajita que hacía el viaje en coche mucho más agradable. Me fijé en el ambiente de la calle y en la gente que iba y venía de un lado a otro. La parte mala había cubierto todos los buenos recuerdos que conservaba de ese lugar, aunque al volver podía recordar perfectamente la razón por la que decidí viajar y elegir aquel destino.

- ¿Cómo va todo por casa? -preguntó Martín a mi lado, parándose a mirarme mientras el semáforo seguía en rojo.

Él me escuchaba atento mientras yo empezaba a contarle un poco de lo que habían sido los últimos años para mí y todo lo que había vivido en Milán desde mi regreso. Le conté cómo mis amigos me recibieron de vuelta como si nunca me hubiese ido de allí y que me habían convertido en tío. Incluso llegué a enseñarle algunas fotos de Dante. Le conté que estaba contento trabajando en una tienda y que había adoptado a un cachorro pequeño que un día me hizo conocerla a ella.

- ¿Cómo es la afortunada?

- ¿Vega?

El semáforo volvió a ponerse en verde y su vista se fijó en la carretera, pero pude ver como asentía moviendo la cabeza aunque no pudiese mirarme mientras yo hablaba.

- Ella es... ella. -Martín se rio por mi comentario-. Es lista, es talentosa. Es preciosa, Martín.

Vega era preciosa y yo no me cansaría de gritárselo al mundo entero. El profesor me dio una sonrisa sincera que correspondí sin dudar.

- No sé de qué manera describirla porque siempre me quedaría corto.

Condujimos un poco más por la ciudad hasta ver el edificio que le había indicado. Martín entró en la calle y aparcó cerca de la puerta. Bajé mi maleta y me asomé a la ventanilla del coche para despedirme de él. Dudé si llamar o no al timbre y después de un par de segundos acabé haciéndolo. Había vuelto hasta allí con un propósito por cumplir y no pensaba irme hasta conseguirlo.

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