'Capitulo 25'

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Pastelito mío, te juro que deseaba calmar a tu bestia yo misma pero no me iba a dar el lujo de ser descubierta por tu madre.

Teou y yo salimos justo a tiempo para que yo apareciera por la puerta de servicio y Teou regresara a la mesa desde la cocina, después de "verificar" los bocadillos para su madre. Bella ya se encontraba saludando a sus amigas y a las hijas de ellas.

Cuando me coloco en mi lugar le dedico una mirada cómplice a Teou, el solo baja la cabeza con su clásica tímida sonrisa pero de repente siento otra mirada...Leou se ha dado cuenta de todo y ahora me está observando con ojos felinos.

Oh, oh...

—Oh, amiga mía, tienes hijos demasiado encantadores.—exclama la madre rubia.

—Ay, gracias.—Bella responde con una mano en el pecho, orgullosa de sus hijos.

—Bueno, madre. Con su llegada no tenemos porqué molestar en un almuerzo de damas, con su permiso mis hermanos y yo nos retiramos.—Calvin se levanta y lo siguen todos sus hermanos.

—Cielos, en serio no es necesario que se vayan.—la madre pelirroja se levanta.

—Por supuesto, no incomodan a nadie, inclusive animan el ambiente solo con su apariencia, muchachos.—se le une ahora la madre pelinegra. Que intensas son, dioses.

Dirijo mi vista hacia los rostros de mis apreciados jefes, lo único que veo son ceños ligeramente fruncidos, hombros tensos y sonrisas falsas.

No puedo darme el lujo de decir que conozco totalmente a estos chicos pero el tiempo no pasa en vano. A Calvin no se le están achicando sus ojitos como siempre pasa cuando se ríe sinceramente. La sonrisa pícara de Ivo desapreció y solo está una débil y fría. Unos hombros tensos aparecen en el chico que siempre está relajado, Adrien. Los gemelos mantienen sus manos juntas por debajo de la mesa, Teou está sudando y moviendo los pies nervioso mientras Leou lo está apoyando. Fred se mantiene comiendo, espero que a él no le esté afectando todo esto. Puede ser algo demasiado pretencioso de mi parte pero verlos me causa un apretón en el pecho, están incómodos en su propia casa, obligados por su madre a recibir visitas que lo único que hacen es perturbarlos.

Tal vez a esto se refería Alfred, en cierto sentido son chicos solitarios que no dejan entrar verdaderamente a cualquiera. No porque no lo deseen, no pueden...

Y solo soy una mucama en esta casa sin idea de que he llegado a ser para ellos pero sigo con la esperanza de llegar a ser alguien en quien puedan por lo menos confiar.

Al parecer ya les estoy empezando a tener un gran afecto más allá del deseo carnal.

Pero no me permitiré sentir esto.

—No sabe cuan placentero sería para nosotros quedarnos con ustedes pero debido a que, para recibirlas como ustedes merecen, el día de hoy salimos más temprano de la universidad atrasándonos con cosas importantes.—habla Ivo con ese tono que dudo que alguien pueda copiar, el de un encantador.

Todas hacen tonos de lamentación dando esperanza de que al fin se rindieron, hasta que...

—No importa, hijos míos. Vayan a descansar, de todas formas, mis amigas y sus hijas se quedarán hasta mañana en la tarde.—Puta madre. Me caías bien, Bella.—Así que podrán pasar tiempo con ellas mañana ya que es sábado.

Todos ríen amistosamente pero no dicen nada, solo caminan en fila hasta el interior de la mansión. Quisiera irme con ellos pero no puedo moverme de aquí.

—Que responsables son tus hijos, Bella.—comenta la tal Frerie.

—Lo sé, lo sé. La verdad es que no podría pedir más porque mis tres hijos mayores se encargan cada uno de un negocio familiar además de seguir estudiando.

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