En el momento en que me levanté
después de que sonó el timbre, dejando a dos deliciosos pastelitos con una erección gigantesca dejándome con la duda de si la ropa me mentía o no.¿Será así de....?
Comprobémoslo.
No puedo contar contigo para algo bueno.
Al notar que lo de irme no era en broma sus rostros se llenaron de espanto.
Creo que me metí en un juego que no sabía jugar, pero ya era tarde para echarme para atrás ¿verdad?
—Vamos a clase, no se dónde queda el salón asi que....—es lo unico que se me ocurrio decir.
¿En serio?
¿Tienes algo mejor?
Ambos se levantaron tratando de acomodar sus pantalones. Sus intenciones al acercarse eran otras pero se escucharon personas hablando y sus rostros ya son de horror.
—Esto no se queda así, además no podemos entrar a clase en este estado en el que nos dejaste, tendremos que encargarnos de calmarnos o por que mejor no terminas lo que empezaste.—con la mano cubriendo esa área de su anatomía me dijo Leou susurrando por si alguien escuchaba.
Aquí entro yo, no dejaré que tú manejes esta exquisita situación.
—No lo sé...—Dije poniendo cada una de mis manos en las dos erecciones que tenía en frente, haciendo que a ambos de les escape otro pequeño gemido. Oi los pasos de más estudiantes entrando.—No seria buena idea que me descubrieran haciendo esto en mi primer día ¿no creen ?—Continue moviendo mis manos de arriba a abajo por encima de la tela. Se sentía muy duro.—Sé que pueden encargarse ustedes.—Sentí como aumentaban de tamaño en ambas manos, es decir y según mi poco conocimiento, seguramente estaban cerca de venirse, a parte de lo fuerte que me estaban tomando por las caderas...pero me detuve dejandolos en el borde del orgasmo.—No se preocupen por mi, podré encontrar NUESTRO salón, pas-te-li-tos.
Me aleje a pasó rápido sin voltear hacía atrás y me uni al montón de personas.
Pude observar que todos tenian colores diferentes de suéter, rojo, chocolate, amarillo, entre otros más, el montón parecia una sopa de colores.
Gracias a los Dioses pude encontrar el salón, aun que no pude parar de pensar en los pobres gemelos.
Yo lo disfruté.
No te pregunté a ti.
Seguí, obviamente, a los estudiantes con mi color de suéter pero eran demasiados y entiendo a muchos salones. A ver, algo que me hayan dicho...
Pero adivinen qué. No tuve que acordarme de nada pues ¿si vieras la clásica aglomeración de chicas fuera de un salón, ¿qué pensarías?
Me arriesgaré. Pedí permiso y me adentré al salón. Los asientos eran de 3 personas; seguramente por la gran cantidad de estudiantes qué hay aquí y en el momento en el que me iba a ubicar en uno en la parte de atrás y cerca de la ventana como siempre me ha gustado, una tipa me detiene el paso.
—Aquí se sientan los gemelos Ferau-Dumont y nadie más, piérdete nueva.—dijo la castaña afirmando mi buen sentido común, gracias.
Así que justo esos son los asientos de mis pastelitos. Que coincidencia, demasiada.
—Pero no estan aquí.—respondí con indiferencia.
—Pero no tardaran en llegar.—Continuó la tipa con desdén. No pude evitar reírme al oirla decir eso, ya que no se si demoraran calmando a su bestia.
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Interesante cambio
RomanceCon la reciente pérdida del trabajo de su padre quedando al borde de la ruina, aparece un antiguo amigo de alta cuna de dicho padre que llega ofreciendo trabajo en su mansión, sin dudarlo los padres aceptan la propuesta como es completamente normal...