)Capitulo 32(

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Esto debe ser una broma.

Quiero decir, lo entiendo y sé qué significa pero es que no tiene sentido. Primero, los gemelos dijeron que les robé el corazón y ahora Adrien dice que le gusto.

Diciendo esas cosas después de lastimarme de esa forma...siento que se están burlando de mi. No, no otra vez. 

Las mismas palabras de aquel chico, no.

—Anastasia...

A pesar del agua caliente siento que me pongo fría. Golpes de recuerdos me atraviesan y me hacen querer huir. Intento tragar pero al parecer tengo la boca seca.

Esa jodida palabra.

Me gustas, Anastasia.
Me gustas....
Me gusta....
Me gus...

¿En serio pensabas que me gustabas?
Dios, sabía que iba a ser fácil pero no tanto.

—...as bien?

Mentiras.

¿Por qué juegan conmigo?

¿Yo qué les hice?

Yo tampoco quiero ser gorda.
No merezco que me humillen así.

—Anastasia, ¿estás bien?

Los recuerdos luchan por atormentarme, con romperme y derrumbarme en millones de pedazos aquí y ahora frente a él. No quiero. Si detengo a mi mente, lloraré. No quiero llorar justo ahora. No, por favor.

Mi pulso se sigue acelerando y siento que estoy sudando, aún bajo el agua.

—Anastasia, respóndeme.—El tacto de Adrien en mis hombros tratando de traerme de vuelta de mi traumante trance me trae un poco de alivio pero....siento algo frío en mi mejilla.

—¿Por qué lloras?. Oh, Anastasia. Yo no queria hacerte llorar más, por favor perdóname. No creí que mi confesión podría lastimarte u ofenderte. No fue mi intención.—Adrien me abraza con culpabilidad irradiando de el.

Aún tengo mi corazón acelerado y me duele la cabeza. Siento mis manos frias pero...Adrien es cálido. Le devuelvo el abrazo tratando de anclarme en el presente huyendo del asqueroso pasado.

Llena de dudas y con esperanza de no arrepentirme le respondo a este lindo chico aunque mi voz suene un poco inestable.—N...No...es por ti...

Adrien no es esa persona, Anastasia. Cálmate.

Toco su espalda desnuda logrando sentir todos sus músculos tensos y fuertes.—Si no es por mi ¿qué más podría ser?

Me abraza aún más fuerte.

Las palabras que me dijo vuelven a mi: "Me gustas."

¿Yo le gusto?

¿Puedo gustarle?

¿Es posible?

—...yo...te gusto...

Se aleja rompiendo el abrazo.—S-Si...me gustas.

Frente a mi, baja la mirada y juguetea con sus dedos, sus orejas totalmente rojas aunque puede ser por el calor. Parece un niño en su primera confesión pero yo aún no digiero que este chico se este declarando sinceramente.

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