°Capitulo 31°

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Con Adrien sosteniendo mi mano, seguimos a la señorita que nos está llevando hacia un pasillo en la parte lateral del local. Hay muchas cortinas y puertas con letras asiáticas en ellas que creo,  es chino. Al final, hay una de dos puertas, y esa es a la que nos llevan.

Meng las abre y cuando nos adentramos a la habitación...ya no puedo llamarla habitación, no puedo creer que este lugar pueda tener un cuarto de este tamaño.

A la derecha hay unas aguas termales con una cascada, puedo ver el ligero vapor que sale cuando el agua cae y se dispersa en el bello cielo. A la izquierda hay suelo y tiene techo. Hay dos mesas de masaje que se ven mas cómodas que mi cama con dos personas al lado de cada una, tienen una mesita con utensilios que de hecho no reconozco de nada.

—Que disfruten.—Meng se despide junto con una reverencia antes de cerrar la puerta con ella afuera.

Las personas que nos esperan hacen una reverencia y nos indican que nos acerquemos.

—Ropa quitarse en los cuartos allá.—nos dice con un acento mientras nos tienden a cada uno unas toallas y batas.

—Gracias.—decimos a la vez. Siento una mirada pero evado rápidamente el mar que amenaza con ahogarme. Me encamino al vestidor que me dice la chica que me dirija y de reojo veo como el se dirige al otro que está en la dirección contraria. Sé que debe tener esos ojitos de cachorro regañado, arrepentido, dolido pero...dudo que le haya dolido menos que a mi.

Considero seriamente perdonarlo, lo considero más que con los gemelos porque por alguna razón presiento que por aquel maldito plan Adrien no se acercaba a mi al inicio. Me evitaba, tal vez internamente se oponía pero no iba a arriesgarse a que yo terminara siendo una loca acosadora cazafortunas, puedo entenderlos a todos por esa parte pero los gemelos convivían día a día conmigo, en las mañanas, en las tardes, en las cenas y de vez en cuando a altas horas de la noche ¿no podían tomarse unos minutos y decirme lo que pasaba? ¿Tal vez no lo hicieron por temor a cómo reaccionaria? ¿no consideraron como seria si me enteraba de otras lenguas? ¿Nunca me consideraron una amistad?...

Mi propia mente es mi sal en la herida.

Ahora estoy notando que mi dolor es mayor con los gemelos, por eso aún en mi corazón hay una espinita que no me permite aliviar mi resentimiento.

Pero los gemelos los dejé en casa, junto con mis dudas y líos que tengan que ver con ellos.

Mi corazón me ordena que me voltee, al parecer le gusta ahogarse. Me dice que lo vea, que lo aprecie, que lea sus ojos y busque en su corazón la verdad y mi cerebro le ordena que se calle, pero yo le ordeno a él que se calle y uso de excusa una duda absurda que rondaba por mi cabeza y antes de alejarnos más, me acerco a él.

—Adrien.

Se voltea como un rombo.—Si, mi vi...Anastasia.—se aclara la garganta.—Dime.

Ahogo una risa.—Cuando se refiere a "quitarse la ropa" ¿Se refiere a...todo?

—Si, debes venir desnuda...—cae en cuenta en lo que está diciendo y una sonrisa se asoma en su rostro. La palabra desnuda siempre me hace sentir vulnerabilidad pero cuando sale de sus labios...no sé porqué me parece excitante.—Con solo una bata y toallas...—continua y sus ojos  empiezan a pasearse por mi cuerpo, la intensidad de sus ojos me provoca un escalofrío, como si me hubiera acariciado toda en un instante.

Escondo lo que provoca en mi y le respondo.—Bueno...gracias.—y me doy la vuelta.

La búsqueda de la verdad a través de las ventanas del alma, claramente reveló deseo...pero incluso eso me puede decir algo.

Interesante cambio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora