35. Onnara

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"Te invade el deseo. Impera en ti esa lucha dudosa. Quieres ser luz más la oscuridad gobierna tu vida. Elige o muere. Sé tu opción. Sé tu vida. "

📆DÍAS DESPUÉS

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📆DÍAS DESPUÉS

Llevo mis manos al vientre acariciando este muy despacio. Hoy mis bebés están inquietos y me temo que tengo algo de culpa de que estén así. Me muerdo los labios mirando la pantalla, agotada y exhausta pero sin ser capaz de irme a descansar.

-Grace -levanto mi mirada sonriendo al ver a Angelina entrar con una taza de cacao- deberías acostarte. Tienes cara de cansada.

-Hasta que no logren apresar a Lionel, no lo haré -le aseguro a la que ya es mi amiga, recibiendo con agrado ese líquido dulce que me ofrece.

-Yo puedo hacerlo, lo de vigilar, que para eso me has enseñado -sus dedos acarician mi mejilla con mucha lentitud intentando de esta manera tranquilizarme.

-Me da miedo que pase algo mientras no estoy -le confieso mordiendo de nuevo mi labio.

-Lo sé. Yo estoy igual, pero, seguro que ninguno de nuestros maridos nos quieren tan intranquilas por ellos -de nuevo su sonrisa está sobre mi, logrando un poco su objetivo- además, yo soy capaz de aguantar despierta más que tú.

Acabo claudicando, pero pidiéndole dormir en el sofá-cama del despacho. En pocos minutos, alguien del servicio lo prepara, ayudándome Angelina a acomodarme. Una vez con la cabeza posada en la almohada, suspiro agotada pues no sabía lo mucho que necesitaba dormir hasta que he cerrado los ojos.

"Pero mis sueños tienen otros planes para mi, y de pronto me veo sentada en esa hoguera, en esa a la que volé la vez que vi a las nonnas, no estando hoy las cinco aquí sino solamente una de ellas.

Onnara. Con su larga melena de bucles dorados me recibe con una sonrisa antes de hacerme un gesto para que me siente, agradeciendo que sea un banco de madera y no las piedras de la última vez.

-¿Y las demás? -le pregunto mirando a mi alrededor extrañada de no ver a sus hermanas.

-Tejiendo -me responde formando una amplia sonrisa en su boca. Su mirada se dirige a mi vientre manteniendo aún esa sonrisa- están bien. No serán unos bebés normales, pero nacerán sanos y fuertes. Deja de preocuparte por ellos. Tu muerte será tu regalo.

-¿Mi muerte? -.un escalofrío recorre mi cuerpo al escuchar sus enigmáticas palabras, unas que me llevan a posar mis manos sobre mi vientre.

-Tendrás que morir para nacer. Serás su sacrificio. Serás vida.

Onnara desvía su mirada más allá del valle donde estamos. Me es familiar este lugar, más no consigo saber porqué.

-Tú naciste aquí. Un bebé de pelo pelirrojo ensortijado, deseado por un monstruo. Su muerte si fue un regalo para ti -quisiera entender lo que Onnara me dice, pero la verdad de las nonnas siempre es tan profética que es inútil intentar descifrarlas- ¿tienes alguna pregunta, Grace Farrell?

Rizkaya -  Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora