3. Las casualidades no existen

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"Sus ojos brillan con un fuego intenso, mientras se entregan en un beso eterno, una mirada que traspasa los siglos, y une sus almas en un deseo infernal"

"Sus ojos brillan con un fuego intenso, mientras se entregan en un beso eterno, una mirada que traspasa los siglos, y une sus almas en un deseo infernal"

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📅 DÍAS DESPUÉS

Nat no se ha dignado a coger ninguna de mis llamadas. Después de varios días detrás de ella, preocupada por si le sucedió algo en el club, simplemente me envío un mensaje pidiéndome que no la agobiara más.

Y eso he hecho.

Sinceramente, estoy empezando a cansarme de sus locuras y como me arrastra a ellas sin ninguna oposición por mi parte, siendo la del Nastya, la peor de todas. 

Agarro mi móvil desbloqueándolo para buscar la aplicación de WhatsApp. En cuanto lo hago, mi dedos se desliza a su contacto, comprobando que no está en línea, para mi fastidio. Si, lo admito, soy una acosadora. Decidí meter el número de Carlos en mi móvil, por si acaso me hacía falta contactar con él, y desde entonces no dejo de consultar su estado. 

Decepcionada me siento al ver que no tiene ninguna foto de perfil, aunque sea con el típico perrito o viendo el amanecer. Nada de nada. Aunque eso no me impide mirar si está o no en línea, como si esperara que él fuera a escribirme.

Encima anoche tuve un sueño con él, demasiado caliente y tan real, que cuando desperté, tuve que ocuparme de mi dolorido sexo pues el Carlos de mis sueños, me dejó a medias para mi frustración. 

Un par de golpes en la puerta me hacen dejar el móvil boca abajo sobre la mesa para atender a la persona que entra. Julia, mi secretaria y también una buena amiga, aparece con una expresión algo preocupada en su rostro.

-Grace, Nat está ahí fuera -me anuncia ella, entornando la puerta tras de si como si no quisiera que quien hubiera detrás se enterara de lo que hablamos.

-Oh, vaya, ahora no la agobio y si quiere verme -le contesto aún molesta por el mensaje que Nat me envío.

-¿Está enferma o algo?

-No, que yo sepa, ¿porqué me lo preguntas?

-Bueno, mejor que lo veas por ti misma.

Julia fuerza una sonrisa, dándose la vuelta para abrir de nuevo la puerta. Intercambia un par de palabras con Nat, y segundos después, mi amiga avanza con pasos erráticos dentro de mi despacho, cerrando este de un portazo que reverbera en los cristales de las ventanas.

-Dile a tu secretaria que deje de ser tan chismosa -me grita ella llevándose una mano a los ojos a continuación- ¡joder! ¡Cuánto sol! ¿no puedes hacer algo con esas putas ventanas? me molesta la luz.

Asisto perpleja a la presencia de mi amiga en mi despacho. Le doy un rápido vistazo antes de ir a las ventanas y pulsar el mecanismo que descorre las cortinas, suprimiendo en parte todo es sol que a ella parece molestarle. 

Rizkaya -  Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora