14. Roma, Ciudad de Sangre

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"En la penumbra de la noche eterna, donde las sombras se entrelazan, los vampiros despiertan su sed, sus ojos carmesí brillan con ansia."

📅 POR LA NOCHE

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📅 POR LA NOCHE

📍ROMA

La rodilla me tiembla tanto que Carlos ha tenido que poner su mano encima de la mía para intentar calmarme. Alzo mi rostro y me encuentro con su mirada comprensiva a la vez que siento las caricias de las yemas de sus dedos en mi piel.

- Tranquila. Que no noten tu miedo -me pide con voz calmada y sosegada.

- ¿También pueden olerme ellos? -le pregunto con temor de que puedan descubrir mis emociones.

- Bueno, ahora que estás vinculada, no tendrían porqué. Mi aroma. Mi esencia está en ti y eso hace que se puedan esconder tus emociones y les sea más difícil llegar a ti -asiento a sus palabras para que sepa que las he comprendido. Le agradezco que tenga tanta paciencia conmigo para explicarme las cosas y que así pueda entenderlo todo.

- Quiere decir que que al follar, su semen está rondando por ahí, por tu cuerpo y por eso no pueden leer tus emociones ni sentimientos -la voz burlona de Charles provoca en mi que ahogue un avergonzado gemido en mi garganta, pues ha sido demasiado explícito en sus explicaciones. 

- ¡Puto, Perceval! -le grita Carlos apretando sus puños- eres tan gilipollas que solo me dan ganas de arrancarte la cabeza.

- ¿Siempre son así? -le pregunto a Lando, quien, está frente a mi moviendo su cabeza de un lado a otro.

- No. A veces, es peor, te lo aseguro. Ahora eres una razón mas tangible para que Charles moleste a Carlos -se sincera Lando conmigo, para, segundos después, callarse, al igual que los otros dos miembros masculinos del vehículo.

- Nos están esperando -dice Charles husmeando el aire a la vez que entrecierra sus ojos para abrirlos segundos después- vaya, que buen comité de bienvenida.

- ¿Cuántos? -la pregunta de Carlos le hace a Charles apretar su mandíbula y cerrar los ojos unos segundos para contestar.

- Unos 20, a cada lado.

- ¿20? ¡Qué decepción! -la burlona voz de Carlos hace a los demás reírse, pero, no a mi, pues todo esto me atemoriza aún más.

- No tengas miedo, Grace -los dedos de Carlos se posan en mi barbilla, la cual gira para que su rostro esté frente al mío. Sus yemas trazan pequeñas caricias cuyo objetivo es tranquilizarme, algo que consigue gracias a su mirada contra la mía- ahora eres mi pareja, y eso es sagrado para mi mundo. Nadie te va a dañar mientras estés a mi lado. Te lo juro por mi sangre.

Mojo mis labios uno contra el otro y dejo que mi frente descanse sobre la suya. Tengo su boca muy cerca, y no dudo en rozarla unos segundos para buscar esa calma que necesito.

Rizkaya -  Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora