Capítulo 40

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﹀﹀﹀Gran familia︿︿︿

Con la llegada de los abuelos todo era muy armonioso, había alguien al lado de su Sol mientras trabajaba y lo mejor de todo era escucharle contarle lo que hicieron, si cocinaron algún delicioso postre o simplemente se sentaron para ver viejas fotos y empezaba a conocer su pasado, sin forzarse a recordar.

Algunas noches tras escuchar las historias de sus abuelos, lindos sueños llegaban, la primera vez que vio Ayotl su madre se lo dio para que en su grupo de amigos de peluches tuviera uno con vida, los recuerdos corriendo en una gran casa seguido de su abuelo usando una máscara de tigre. La mano cálida de su padre recordándole que, aunque no pudiera verlos él y su madre iban a estar a su lado siempre en cada estrella, cada que él viento soplara fuerte envolviendo su cuerpo sería un cálido abrazo y las gotas de agua al resbalar por sus mejillas un beso.

Ya no le asusta soñar o tener pesadillas las más difíciles de erradicar, cada que el recuerdo del primer día que grito por horas para salir del sótano o el terror de una mujer acercarse para tomar su cabello y lastimarlo inquieta sus noches, Kong está ahí para despertarlo y recordarle que ahora esta en un lugar cálido y a salvo.

Esa mañana hornearon varias galletas y fueron al orfanato los abuelos quieren conocer el hogar que cobijo a su nieto todos estos años.

Los niños al verlo emocionados corrieron a su encuentro, pero frenaron sus efusivos pasos al ver al moreno interponiéndose como barrera.

- Kong los asustas, solo quieren un abrazo. – trata de anteponerse, pero en su lugar Kong lo tomo en brazos.

- Pero... si te tumban o golpean sin intensión, no es que no quiera que te abracen es solo que...

- Nos proteges, pero estamos bien y puedo caminar... aun tengo que hacer que no se asuste de la cara de Chayapol... - Sonrío a Chayapol que los seguía de cerca.

- Me gustas mas en mis brazos... - dejo un beso rápido y a regañadientes con cuidado lo bajo y entonces otra vez todos los niños gritaron Arthit y los abrazaron a los dos.

- Me alegra que estes de regreso Arthit – Male les observo y vio a ambos señores tomados de la mano, era imposible no saber que eran familiares del castaño era muy similar a quien debía ser su abuela. – Veo que tienes grandes noticias por contarnos.

- Si, mientras platicamos vamos a comer ricas galletas y después jugar.

Los abuelos y Male hablaron durante horas, intercambiando fotos y memorias sobre Arthit.

Kong era quien jugaba con los niños juegos rudos y de mucha demanda física, Arthit prácticamente fue un espectador sentado junto al pequeño en muletas quien cada que se cansaba volvía a su lado y se recargaba en él.

- Aquí – Arthit acomodo el oído del pequeño en su vientre – hay un bebé y dice ¡hola Simón! ¿Cómo estás? – sonrió mientras acariciaba el cabello del pequeño.

- ¿Bebé? – el pequeño pego más el oído y con cuidado palpo.

- Si, es muy chiquito y aun – se detuvo cuando los ojos del niño se hicieron acuosos.

- ¿Dejaras de querernos? ¿No serás mi mami? – cubrió su mano y limpio sus lágrimas rápidamente antes de ponerse de pie e irse lo más rápido que se lo permite su condición

- Simón, espera... - lo alcanzo para abrazarlo, pero un leve forcejeo llevo a que se zafará la muleta de la axila del Simón y le pegara a Arthit en el estómago, ahora asustado corrió - ¡Argh! No... Simón

Su SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora