66 - Better

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¿Cómo se empieza un día luego de tanto llorar por las noches?, ¿Quién tiene siquiera el ánimo de salir de la cama, comer, o asearse?

Si exageramos, la pérdida de amor es una fuente de dolor intense e inimaginable. Hay quienes sienten morir, al experimentar que el corazón se les parte en mil pedazos como una copa de cristal encajando puntiagudamente cada pieza rota en el cuerpo, el alma, y sobretodo en los mejores recuerdos, lastimándonos una y otra vez... 

En la desesperación por estar mejor buscamos negociar un balance entre las memorias, corremos detrás de las más dolorosas porque al menos esas no nos lastimarán tanto como las felices. Y el ciclo vuelve a comenzar… durante el día uno puede vivir como si nada sucediera, intentar sonreír aunque sea forzadamente, incluso, intentar medio funcionar como un ser humano cualquiera pero al caer la noche y en el refugio de nuestra vulnerabilidad, volvemos a ser ese manojo de desventuras que corren la misma película una y otra vez hasta que decidimos por nuestro propio pie salir de la autodestrucción. 

Nayeon había despertado, hacía ya casi semana y media que no sabía nada de Jeongyeon y tampoco quería saber nada. Hoy fue el día en que finalmente regresaría a su habitación a poner todo en orden y reclamar ese espacio como suyo. Momo era sorpresivamente reconfortante, su sentido del humor a diario le robaba sonrisas a costa de las bromas que le gastaba a Sana y poco a poco su ánimo por cantar regresaba. 

Había sido una semana difícil, llena de silencios, llantos, y carente de energía para hacer nada... pero gracias al cielo, Momo y sus perros infernales necesitaban atención, mucha, así que Momo para no dejar a la mayor en la cama todo el día sintiendo pena de sí misma, le arrastraba fuera para sacar a los perros a pasear y hacer sus necesidades. Luego volvían y preparaban el desayuno descubriendo los talentos culinarios de la nipona. Su corazón agradecia tener a ésta gran amiga, mientras las demás iban y venían de repente preguntando por ella sin atrever a acercarse… pero no era como que quisiera tener público para su dolor tampoco. 

Sana regresó a vivir con ellas, aunque no siempre durmiera ahí. Jihyo pasaba a dejar comida y Chaeyoung llegó un par de veces a abrazarse de Nayeon mientras seguía en la cama. Le abrazaba por detrás y en silencio, sólo quería estar ahí para ella. Mina le visitó un día que se armó de valor para salir de su habitación encontrando a Chaeng dormida junto a Nayeon. No le molestó la imagen en lo absoluto, sólo deseó ser ella quien estuviera abrazada a la maknae. En silencio y cual ninja en la oscuridad se retiró con sigilo. Todas estaban pendientes de las unnies a su manera, unas estando más cerca que otras pero todas estando incondicionalmente para ellas.

Todo, absolutamente todo en esa casa le recordaría a Jeongyeon, sus risas retumbaban como ecos en su cabeza, las imágenes se agolpaban detrás de sus párpados cada que cerraba los ojos… Abrió el grifo dejando correr el agua caliente de la regadera y al sentir que el agua casi le quemaba la mano al tacto salió del trance modulando con agua más fría. Pensó en crear nuevos recuerdos, vivir nuevas experiencias y aunque la cuarentena le jugaba la más pesada de las bromas buscaría maneras de hacerlo así lo hiciera en los pocos metros cuadrados de su casa.

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—¿Cómo está? 

—mm… ¿mejor? Mmm… no sé, siento que ha dejado de llorar frente a mí pero presiento que lo vuelve a hacer cuando nadie la ve. 

—Supongo que todos hacemos eso en algún momento —dijo Jihyo sintiéndose fatal por sus amigas alcanzando un contenedor para Momo. 

—Buenos días… ¿¡oh!?, ¡Momo unnie!, Annyong.

—Hola Tzu… vale, tengo que volver, no quiero dejarla sola mucho tiempo, ¡gracias por la miel Kimchi-hyo! —dijo Momo tiernamente mientras salía.

—No... no se dio cuenta ¿verdad?

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