XVII: Valkirias

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Brianna

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Han pasado tres semanas desde que Daeron me ofreció darle nuestros apellidos a Jérémie, acontecimiento que me hizo sumamente feliz. Le pedí a Courtois que modificara el certificado de nacimiento del pequeño, convirtiéndolo en Jérémie Elyan Firenhell Armstrong, nada me da más alegría de que pueda tener una familia, así no haya nacido de mi vientre, lo amaré como si así hubiera sido.

Él se merece una vida plena, llena de amor y felicidad. Por supuesto que se la daremos. Carlos y Jérémie se han vuelto los mejores amigos, no se separan ni para bañarse. Estos dos niños tienen mi corazón en sus manos, le inyectan paz y tranquilidad a mi vida. Las cosas con Daeron están regular, aunque hayamos concordado en relación a Jérémie, no quiere decir que he olvidado que no se disculpó conmigo por haber defendido el teatro de Clarissa.

Si él no da su brazo a torcer, yo menos lo haré. Pues pienso mantenerme indoblegable ya que yo cumplí con mi parte que era disculparme por faltarle el respeto delante de alguien en lugar de hacerlo cuando estuviéramos en privado.

Me encuentro en la Plaza Real, Courtois va a hacer un anuncio al pueblo junto con Memphis. A mi lado está Frédéric saludando a su pueblo, Daeron está a unos pocos metros pero no muy alejado, su mirada de cazador acechando a su presa «el pobre Freddy» me distrae un poco, espero que no se le ocurra hacer nada impulsivo aquí.

El hombre que intentó asesinarme acaba de morir esta mañana, después de semanas de tortura sin piedad por parte de él. Daeron lo desolló y mutiló parte por parte después de haberlo hecho caer en desnutrición y deshidratación, su piel pegaba de sus huesos y sus tejidos estaban desprendidos por el constante uso del potro que desgarraba y extendía sus extremidades. Al final obtuvo su merecido.

Raimond está a mi derecha con la mano colocada en la empuñadura de su espada, desde el día de mi atentado no deja de estar alerta ante cualquier posible amenaza, intimidando a todo el que me rodea.

—Pueblo de Francia —mi Consejero aclara su garganta—. Tengo la dicha de anunciarles que la próxima semana darán inicio los tan esperados y aclamados Juegos de la Reina. Durante tres días estaremos realizando actividades en honor a la magnificencia de su Majestad —me señala—, para venerar la grandeza de nuestra monarca, habrán premios y ascensos para guardias y soldados que superen a nuestros mejores guerreros —me levanto para susurrar algo en su oído—. Y guerreras. ¡Suerte para todos y bienvenidos sean!

Courtois baja del podio y se hace camino junto con Memphis, mis guardias me rodean apenas me levanto para salir del lugar y volver al palacio. Decido ir a la biblioteca con Lihena y Zanet, a quienes noto más vivas que nunca, brillan con un aura rutilante y maravillosa que las engalana cada vez más.

—¿Qué lee, Majestad? —me pregunta Zanet.

Nobiliario Vero. Me agradan estos pensamientos sobre linajes y sucesión. ¿Y ustedes?

Le Livre de la Cité des Dames. Debemos mejorar nuestro francés.

Christine de Pizan fue maravillosa, de las mejores escritoras. —Suspira Zanet.

—Su defensa hacia las mujeres en sus textos, a pesar de la subordinación misógina, fue digna de admirar. —Expreso, orgullosa.

—Majestad —la voz de Raimond en el umbral de la puerta me hace voltear hacia su dirección para prestarle atención—. Estamos listos para partir.

—Perfecto —dejo el libro en su lugar y me despido de las chicas—. Las veré más tarde.

—Buena suerte, Majestad.

Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora