XXIII: Tretas dolorosas

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Brianna

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Todavía no puedo ni siquiera sopesar o entender lo que ha sucedido con Memphis, no me cabe en la cabeza que haya sido capaz de traicionarme, de traicionar la confianza de Daeron. Acabo de enviar a Raimond a una misión, donde se ha llevado una sección de hombres y a Uther también. Converso con Daeron en la primera planta del vestíbulo principal, estamos discutiendo qué podemos hacer con Memphis.

—No puedo condenarlo a pena de muerte —me dice intranquilo—, tendrás que hacerlo tú, es un tema que me sobrepasa. Memphis es... era como un padre para mí.

—Sabes que también le tomé mucho cariño a Memphis, no puedo entender cómo sucedió esto. Sería duro para mí condenarlo.

—¿Entonces quién más podría hacerlo? —Cruza sus brazos contra su pecho.

Brianna Isobelle Armstrong Weiss. —La autoritaria voz recitando mi nombre completo me hace voltear con celeridad para encontrarme con los ojos verdes que me recriminan.

—¿Madre? —«No puedo creerlo»—. ¿Qué haces aquí?

—¿Puedes explicarme cómo es eso de que estás cometiendo adulterio y bigamia?

Parpadeo con lentitud, incrédula.

—¿Has venido desde Escocia para preguntarme eso?

—No respondas mi pregunta con otra pregunta, jovencita.

¿Qué cree? ¿Que tengo quince años?

—Madre, te pido que te calmes y me respetes.

—¡Yo te parí Brianna Armstrong! Así que no me vengas con formalismos. —Camina hacia mí de manera amenazante.

La temible Tiana Armstrong.

—Pues han habido muchas confusiones que me han traído a lo que me preguntaste. No estoy cometiendo adulterio, ni bigamia.

—¡Claro que lo haces! —espeta—. Estás casada con otro hombre aparte de Frédéric Deveroux quién es tu único esposo desde hace casi ocho años.

—Pero en realidad no estoy con él ahora, madre. Sigo casada pero no mantenemos una relación.

—¿Por qué? Él es tu esposo, tu Rey. Si hiciste alguna alianza con este señor —señala despectivamente a Daeron—, para no perder los reinos, pues muy bien, pero al darte cuenta de que Frédéric seguía vivo, ya esta farsa debió haber sido anulada.

—No es ninguna farsa. —Se adelanta Daeron y yo lo detengo.

—No me hables.

—¡Mamá, respeta! —Le reclamo, apenada de que esté haciendo esta escena.

—Vas a anular este matrimonio y seguirás el rumbo de tu vida como lo llevabas hace un año ¿está claro?

Me hace recordar al Papa Liberio cuando vino a intentar darme órdenes.

¿Cuándo van a entender que a mí nadie me da órdenes?

Ni siquiera porque me haya dado a luz.

—Obviamente no va a hacer eso, señora. —Daeron vuelve a interferir, ganándose una mirada de odio de parte de ella.

—Daeron, ya. Déjame hablar con ella en privado.

—Dile que no vas a hacerlo, déjale claro que...

—No sea bufón y compórtese. —Lo interrumpe mi madre y él entrecierra los ojos.

Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora