XXIV: Roto

1.4K 177 184
                                    

Daeron

~♚~

Camino por los pasillos del cuartel militar, abro de golpe la primera puerta que me encuentro, haciendo sobresaltar al hombre que duerme allí. Se levanta rápidamente, tomando su espada y poniéndose en guardia, asustado.

—¿Q-qué sucede? —enfoca bien su visión, en plena oscuridad sólo nos ilumina el claro de luna—. ¿Majestad?

—Muévete, vamos afuera. —Demando antes de darme vuelta para salir.

Después de unos minutos el hombre sale al patio con un abrigo más grande que él, guantes y un gorro.

—No vamos a dar un paseo —bufo—. Quítate esas tonterías.

—Majestad, está helando afuera. ¿Cómo puede estar sin camisa con este clima?

—No soy un debilucho como tú ¿será?

Siento que mi piel se congela, pero la verdad no me importa.

—¿Qué vamos a hacer?

—Necesito entrenar.

—¿A las tres de la madrugada? —pregunta alterado.

—No puedo dormir —me encojo de hombros. No sé porqué le estoy dando explicaciones—. Y no te estoy preguntando si quieres, te estoy dando una orden.

Exhala y se quita el abrigo, quedando con su camisón de pijama y pantalones. Toma una espada de práctica mientras yo tomo dos, las maniobro de un lado a otro, calentando mis brazos antes de comenzar. El hombre queda aturdido con mis movimientos, comenzamos el estruendo de armas, intenta seguirme el paso pero la ira que llevo por dentro me hace convertirme en una máquina imparable.

—Señor... —intenta hacer que me detenga—... ¿Se encuentra bien?

—Ahhh, ¡cállate! —le grito con rabia—. Sigue y cállate.

No dejo de arremeter con ambas espadas, él me mira aterrado y siento que ahora sí lucha por mantenerse aunque sea de pie. La confusión en su rostro es notoria, no está entendiendo nada de lo que sucede. Golpeo su espada con fuerza, haciéndola volar unos cuantos metros más lejos.

—Eres un inútil con la espada —lo reprendo y suelto las que yo usaba en la nieve—. Veamos qué tan bueno eres con los puños. Acércate.

Titubea nervioso. ¿Por qué todos siempre reaccionan así?

—Que te acerques te dije —se mueve varios pasos hacia mí—. Golpéame.

—¿Qué? ¡No puedo hacer eso!

—Te lo estoy ordenando. Vamos, golpéame. —Lo encaro, amenazante.

—No quiero tener problemas con la Reina.

—¡Qué me golpees maldita sea! ¡Deja de ser un maldito cobarde!

Entonces toma impulso gracias a mi incitación y estrella su puño en mi abdomen. Pero no me inmuto, ni siquiera lo sentí, fue como un piquete de abeja.

—¿Eso es todo lo que tienes? No tienes madera de soldado. ¿Cómo puedes pertenecer a estas filas?

—Majestad, de verdad no puedo lastimarlo.

—Solo eres un miedoso novato —me acerco y tomo su cuello para apretar con fuerza—. Si te doy una orden, la cumples. Que no te engañe mi título, puedo matarte con una sola mano. Ya veo que no tienes valor para afrontar lo que es el ejército.

Y ahora sí, siento que he encendido su ira, porque me conecta un golpe en la mandíbula que me hace retroceder.

—¡Vamos! ¡golpea como un hombre! —lo miro decepcionado—. Estoy seguro de que cualquiera de las Valkirias podría hacerlo mil veces mejor que tú.

Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora