XLI: ¿Crees en la reencarnación?

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Daeron

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Luego de tres semanas de insomnio a causa de la preocupación de que mi hija esté fuera de peligro, finalmente el doctor Veltiem junto con Pilaanis llegan a la conclusión de que es posible que no haya ninguna controversia mortal.

—Lo que sí debo decirles —nos habla a Brianna y a mi, mientras ella amamanta a nuestra pequeña—. Es que su caja torácica no está funcionando como debería, lo más lógico es que sus pulmones no estén realizando su labor correctamente, por obvias razones de que no lograron su desarrollo completo, o también podría ser una deficiencia cardíaca, no sería sensato darles un diagnóstico apresurado, pues todo se irá determinando mediante vaya creciendo.

Odio que nos diga estas cosas, aunque es su deber, me molesta saber que hay algo que vulnere el bienestar de mi hija. Noto la cara de angustia de Freya, quién observa el rostro de la pequeña Zanet mientras se alimenta.

—Gracias por informarnos, doctor Veltiem —le agradece mi esposa, yo lo miro con los ojos entornados para que entienda la señal de que quiero que se vaya—. Lo llamaré si algo sucede.

—De igual manera estaré supervisando. Recuerde que debe descansar.

—Adiós. —Presiono para que se largue de una vez por todas.

Hace una reverencia breve antes de obedecer y marcharse. Camino hasta la cama para apreciar a las dos mujeres de mi vida, ellas son ahora lo más preciado que tengo, Brianna es el amor de mi vida y sostiene al fruto de nuestro amor en sus brazos.

Un amor que ha sido un sube y baja de emociones, empezó como una pasión desmedida y hasta ahora está siendo un sentimiento entrañable que a pesar de los obstáculos que ha batallado sigue perdurando. Debo aceptar que en muchas ocasiones he sido un idiota, una bestia sin escrúpulos que ha embarrado nuestro camino.

Pero he dejado y entregado todo mi ser en el trayecto. Ella me ha dado todo lo que jamás me imaginé tener o merecer, quizás a veces parezca una persona egocéntrica, no puedo negar que lo soy, pero cuando de felicidad se trata siempre he querido minimizar, limitarme y sentir que no la merezco, las secuelas de inseguridades que dejó mi padre en mi, las cuales también alimentaron Eliza y Rhemian al traicionarme, fueron escaladas por la mujer que yace acostada frente a mis ojos.

Escaladas, quebrantadas y doblegadas. Hoy no siento inseguridad de su amor por mi, es real, es puro y es único. De la misma manera que es el mío por ella, indescriptible pero potente. Es intenso el sentimiento que me elude a divagar en si estoy viviendo un sueño o esto es realidad.

Pero, ¿cómo podría poner en tela de juicio la existencia de una mujer tan maravillosa?

Si es obvio que cada vez que ella toca un milímetro de mi piel yo me estremezco como si estuviera palpando el incierto paraíso.

Celestial.

Celestial pero a la vez infernal. La dosis perfecta para volver loco a cualquiera.

Pero el afortunado he sido yo.

—¿En qué tanto piensas y por qué me ves de esa manera? —interrumpe mis pensamientos con una sonrisa iluminada.

Me rio ligeramente.

—Pensaba en que debería crear una oración para venerarte —descruzo mis brazos y me acerco más—. Porque definitivamente tú eres la religión que quiero elogiar desde ahora.

—Oh vaya —se sonroja de inmediato con una sonrisa ahora más amplia—. ¿Y eso cómo...

Poderosa Brianna que estás en los reinos —mi mente comienza a unir frases y ella se echa a reír—. Muy respetado sea tu nombre, venga a nosotros tu fuego. Hágase tu voluntad en la tierra, el cielo u el infierno —me paseo por la alcoba mientras ella coloca a la bebé en otra posición sin dejar de reírse—. Dale su merecido a los tiranos hasta que ya no vean más la luz del día. Nunca perdones las ofensas porque tú eres una leyenda, sólo déjame caer a mi en tu tentación y líbranos de rebeldes desobedientes, Freya.

Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora