XIX: Reina de fuego

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Brianna

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El día de ayer han finalizado los juegos en mi honor, varios soldados ascendieron de cargos, guerreros independientes obtuvieron premios en ingresos monetario y Bástian se consumó como el máximo campeón de este año. Superando los torneos de justas, tiro con arco, caza de anillas, decapitaciones de monigotes y la fosa de animales salvajes. Su triunfo le da el poder de elegir si quiere un cargo en el ejército o solicitar alguna petición que necesite.

Respiro profundo mientras termino de empacar lo que necesitaré.

—Cariño, ¿estás segura de que no me necesitarás? —Daeron frota mis brazos, preocupado.

—No, amor. Te pido que te encargues de estar seguro de que todo esté bajo control aquí en Francia y trabajes de la mano con Frédéric.

Arruga su rostro por completo, con una expresión de asco.

—¿Trabajar yo con ese inútil?

Me cruzo de brazos.

—Daeron —lo reprendo con una mirada severa—. Sólo será por los días en que yo me ausente. Las capacidades de Frédéric como Rey son muy buenas, pero él es más metódico y tú eres más de campo —le explico mientras termino de colocarme mi uniforme de cuero—. Si algo llegara a salirse de control en temas de ataques o asedios sorpresa, sé que tú lo solucionarías porque también eres un comandante militar y ya que Raimond vendrá conmigo, tú eres el único en quien confío para eso.

Mi esposo resopla.

—Bueno. Me convenciste —camina hacia mí—. Déjame ayudarte con eso —desdobla la solapa de mi chaleco de cuero y lo termina de ajustar con cuidado. Para rematar nalguea mi trasero con la palma de su mano—. Listo.

—¡Oye! —me río y doy vuelta para envolver mis brazos en su cuello. Observo sus ojos tan azules como el océano y empalmo nuestros labios en un beso de despedida—. Te voy a extrañar, grandulón.

—Todos me odiarán mientras no estés.

—¿Por qué? —arrugo las cejas y frunzo los labios, confundida.

—Porque yo no puedo ser feliz si no estás a mi lado. Estaré de mal humor y enervado.

—Debes cuidar de Jérémie. —Le recuerdo.

—Él es la excepción y Carlos también.

—Bueno, ya debo irme. Me esperan afuera. —Vuelvo a besarlo y él me abraza con fuerza.

—Confío en tus alcances, pero si llegas a regresar lastimada o herida te juro que voy a destruir Alemania.

Sonrío.

—No vas a hacer eso. Quiero salvar ese país, no llevarlo a la nada. —Me doy vuelta para salir de los aposentos con mi equipaje pero Daeron toma mi muñeca para devolverme.

—Brianna, por favor, regresa. —La inquietud y el desasosiego lo dominan.

—Regresaré, cariño —aprieto su mano con vigor—. Y regresaré sana y completa, así que no te preocupes —elevo mi brazo y le muestro la palma de mi mano—. Lo prometo. Cuida de los niños, por favor —vuelvo a retomar mi camino mientras recuerdo más nombres—. Y de Courtois... ¡También de Lihena y Zanet!

—¡No soy el niñero del pueblo, querida! —es lo último que lo escucho gritar, mientras desaparezco por el pasillo riendo a carcajadas.

Una vez fuera del palacio, me espera Raimond a orillas de las escaleras, toma mis bolsos y los ajusta a cada lado de la montura de mi caballo. Claramente no llevaré a Ivory, porque no me gusta arriesgar la vida de mis corceles personales en misiones de éste índole.

Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora