Kingdom: Fire will Burn [Fire II] ✓

XXI: Firenhell Armstrong

Brianna

~♛~

La algarabía y emoción se siente en cada rincón del palacio y de la ciudad. Hoy será noche buena, todos siguen adornando con ramas de acebo, hiedra y velas. Mis súbditos cristianos realizarán un evento para escenificar un pesebre viviente en la plaza principal. Me acerco a mi Consejero, quien se encuentra atareado con la organización de la cena.

—Courtois —él voltea a verme cuando menciono su nombre—, ¿te aseguraste de que todos tengan festín para esta noche?

—Sí, Majestad —me confirma—, ayer se entregaron las nuevas cosechas a las personas de bajos recursos y también se repartieron tres mil piernas de pavo. La orden también fue enviada a Escocia, Inglaterra, Bohemia y Aragón.

—Genial. ¿Los juguetes también, cierto?

Asiente.

—Para todas las familias con niños y para los orfanatos.

—Perfecto —sonrío satisfecha—. Y, ¿cómo van con la búsqueda?

—Los guardias siguen requisando las viviendas de todos los que asistieron al baile, mi Reina. Ha sido muy díficil encontrar a alguien sin tener idea de quién es.

—Lo sé —exhalo y me cruzo de brazos—. No me agrada vivir en esta incertidumbre e intranquilidad. No quiero volverme una psicótica con nervios de que alguien quiera asesinarme en cualquier momento, o de que muera más gente inocente a mi alrededor.

—La entiendo perfectamente, Reina Brianna. Debemos cuidar más de su seguridad.

—Y de la de ustedes también. Por favor, Courtois, que los presos condenados a pena de muerte sean quienes prueben mi comida, en rotación —manifiesto—. No quiero que mueran más inocentes por mi culpa, así se ofrezcan a hacerlo, no lo permitas.

—¡Majestad! —El llamado casi sin aliento de Raimond me voltea de inmediato—. Un grupo de ladrones asesinó a una familia que viajaba en carruaje, logramos capturar a uno de ellos y a una sobreviviente, una chica.

Maldición.

—Llévenlo a una celda, dictaré su condena después de hablar con la chica. ¿Dónde está?

—Afuera, Majestad.

—Llévala a mi oficina Raimond, por favor.

Mi Alférez asiente y sale nuevamente del palacio.

—Hablaremos luego, Courtois. —Subo las escaleras que me llevan al segundo piso, camino hacia mi oficina para esperar a la chica. 

Tomo asiento detrás de mi escritorio y hojeo con mis dedos el libro que está allí «tengo mucho tiempo sin leer», es que ahora estoy tan atareada y siempre nace un nuevo obstáculo en mi camino que empeora mi situación. Respiro profundo y me sirvo una copa de vino para relajar un poco el estrés de mi cuerpo. Unos minutos después, en el umbral de la puerta que dejé abierta, se asoma Raimond con la única sobreviviente del ataque:

Está ensangrentada y andrajosa, con su ropa llena de tierra y golpes muy marcados en su piel. Me revuelve el estómago de preocupación, luce muy joven.

—¿Qué fue lo que pasó, querida? Siéntate. —Le señalo una silla.

Ella voltea a ver a Raimond asustada.

—¿Quieres que me retire? Tranquila, no te haré daño. —Intenta tranquilizarla mi Alférez pero ella se cubre los oídos con sus manos y comienza a sollozar.

—Creo que sí es mejor que me dejes a solas con ella, Raimond.

—Claro, Majestad. —Se marcha, cerrando la puerta detrás de él.