Capítulo 33.

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ʟᴀ ᴄᴀʀᴛᴀ...

Estos días han sido demasiado duros para mí, desearía poder decir que recordar las cosas era increíble, pero sinceramente es un asco. Recordar lo que te hizo daño no es bueno, recordar todo sobre mi vida, es como ver una maldita de película de terror en mi cabeza. Harrison y los chicos siempre estuvieron conmigo, Jared me llamo un par de veces para saber si me encontraba bien y me hablo de cómo le va en New York. Me alegro de que el haya seguido adelante y le este yendo bien, se lo merece.

Estoy en mi cama, miro al techo como su fuese lo más entretenido de mi vida, pero en realidad estoy pensando en todo, no quiero levantarme, quiero estar aquí y pasar el resto de mis días aquí. Harrison y yo casi no nos vemos, le pedí que así fuera, quiero estar sola. El no me deja sola totalmente, siempre busca una escusa para venir a verme y me gusta porque me da mi espacio pero a la vez a asegura de que esté bien.

Logré recordar toda mi vida, todo lo que pasó con mi tía, mis padres, Harrison, Carter, todo. No fue lo mejor del mundo como dije en un principio, cuando recordé todo lo de Carter empecé a tener pesadillas y alucinaciones, por culpa de estas alucinaciones termine golpeando a Harrison con un sartén, el lo entendió pero le daba miedo que hubiesen cuchillos y cosas así por la casa, así que en ese tiempo se encargó de esconder todo lo que pudiera hacer daño. Los chicos se reían de Harrison cuando les conté lo que pasó, Harrison también se reía por eso, pero al principio estaba asustado de que quisiera matarlo a media noche.

Hoy Harrison vendría a verme porque según el hay algo que tiene que darme, no lo hizo antes porque no era el momento adecuado, le pregunté sobre qué era y dijo que era de mi tía. Estuvo todos estos días preguntando si estaba bien, hasta ayer que me dijo eso.

Son las 6:55 p.m. y yo aún no me he levantado de la cama, no he comido bien estos días, a pesar de que Harrison ha venido a traerme comida y a veces come conmigo, como mucho he estado comiendo una comida al día y no estoy orgullosa de haber perdido peso por eso, pero simplemente no me da hambre con todo lo que ha pasado. Los chicos han dicho que estoy distinta y bueno creo que no es para menos después de tener a un maldito psicópata detrás de mí con sed de venganza. Y no un psicópata como Harrison, ojalá fuera cómo el pero no fue así.

El sonido de mí teléfono me saca de mis pensamientos, lo tomo y veo que es Oliver.

- Hola.- Digo sin ánimos.

- Hola toronja, ¿Cómo estás hoy? ¿Quieres que cenemos juntos?- Tan solo pensar en comida hace que mi estómago se revuelva.

- Mejor, me gustaría pero Harrison vendrá a darme algo de mi tía, ¿Te parce si cenamos otro día?- Escucho como suspira y pienso en lo mala amiga que estoy siendo, ni siquiera he hablado bien con mis amigos, los evito. Soy un asco de amiga.

- Está bien, saluda a Harrison de mi parte, mañana los chicos y yo estamos pensando en quedar, ¿Te gustaría ve...?

- ¿Qué tal si quedan en mi casa? Así nos vemos todos.- Lo interrumpo y pienso en que estoy haciendo lo correcto.

- ¡Genial! Hablaré con ellos.

- Esta bien, hablamos luego, Oliver.

Suelto un largo suspiro y luego escucho el timbre de mi casa, maldigo a mis adentros mientras me levanto de la cama. Bajo las escaleras y llego hasta la puerta, miro por la mirilla. Ahí está Harrison, con unas cajas y algo más que no logro ver.

El gran engaño (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora