Capítulo 33 "Monterrey"

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Tuvimos que separarnos cuando tocaron a la puerta, eran sus hermanos así que los dejé a solas, yo debía regresar al consultorio pues tenía un par de citas y terminar de afinar detalles para mi viaje.

Fue dado de alta un par de días después, seguiría usando el cabestrillo por supuesto y seguir con sus terapias, fue a mi consultorio antes de regresar al rancho con su familia, llegó justo cuando terminaba de atender a último paciente del día.

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Entramos al consultorio una vez que su paciente y Evelyn se habían ido, se veía preciosa y ahora me daba cuenta que antes trataba de usar ropa que ocultara lo que sucedía, su abultado vientre ya se notaba y eso la hacía ver aún más hermosa.

— ¿Todo bien? —preguntó cuando se sentó en el sillón.

—Sí ¿Por qué? —arqueé una ceja.

—Me estás viendo mucho.

—Ah—reí—, es que te ves preciosa, solo había llegado a imaginar cómo te verías embarazada, pero ahora, viéndote, me quedé corto, te ves hermosa.

—Vaya—sonrió nerviosa y noté que se había sonrojado—, gracias.

— ¿Cómo están hoy?

—Hoy sí ha dado un poco de lata—rio acariciando su vientre.

— ¿Por qué?

—Todo el día he tenido antojos.

— ¿Como el día del pastel de chocolate?

—Sí—rio de nuevo—, no me pude resistir, ¿Tú cómo estás? ¿Te duele el hombro?

—Un poco, pero lo soporto.

— ¿Ya te irás al rancho?

—Sí—asentí—, solo vine a ver cómo estás.

—Fuera de los antojos muy bien, te aviso cuando es la siguiente revisión, tal vez ya podamos saber si es niño o niña.

— ¿Enserio? —sonreí.

—Puede ser, no siempre se dejan ver.

—Bueno, como sea, es importante a revisión y ahí estaré.

—De acuerdo.

—Entonces me voy—suspiré—, estamos en contacto.

—Vale—asintió—, que tengan buen viaje.

—Gracias.

Le di un beso en la comisura de los labios y salí de ahí deseando besarla y tenerla junto a mí, o mejor aún, llevármela conmigo, pero todo a su tiempo, tenía que reconquistarla primero.

Me avisó de la consulta médica así que llegué a Guadalajara un par de horas antes, me dirigí al consultorio viendo que ahí estaba Serge con quien me quedé charlando mientras Xime terminaba de atender a su paciente.

El chequeo médico fue de maravilla, lo que sentí al ver a nuestro bebé en esa pantalla, era como un sueño, mi corazón se hinchó de emoción al escuchar el suyo latir, el fruto del amor entre su madre y yo aunque por lo sucedido a ella le pareciera lo contrario, todo estaba perfecto con el bebé y afortunadamente se había dejado ver pero decidimos no revelar el sexo a nuestras familias hasta que naciera.

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El día en que me iría a Monterrey llegó, mi vuelo salía a las dos de la tarde así que llegué al aeropuerto al medio día, ahí estaban Gustavo, Serge y mis padres, fue una despedida rápida y con planes de que me visitaran el siguiente mes, documenté mi equipaje y pasé a la sala de espera aguardando el momento de abordar, faltaba un rato para ello así que me acomodé mejor y comencé a revisar mis redes perdiéndome un rato con eso.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora