Regresamos a Guadalajara el domingo por la tarde quedando de ir a cenar con Ernesto y Claudia, llegamos al restaurante donde ya nos esperaban.
— ¡Hola! —saludó Ernesto en cuanto llegamos a la mesa.
—Hola chicos—respondí el saludo mientras Xime y Clau se saludaban con un abrazo.
— ¿Qué tal su fin de semana en Tequila? —preguntó mi cuñada cuando ocupábamos nuestros lugares.
—Maravilloso—respondió Xime con una sonrisa—, ¿Qué tal ustedes?
—Pues—ambos voltearon a verse—, quedó agendada la fecha para el inicio del tratamiento.
— ¡Eso es maravilloso! —de verdad me emocionaba que estuvieran a un paso más cerca de su sueño.
—Será en la semana después de la charreada, el médico nos dijo que el tratamiento podría causarle dolores o malestares a Clau y quiero estar completamente desocupado para estar con ella.
—Bien pensado—asintió Xime.
Ellos regresaron al rancho después de cenar mientras nosotros de nuevo pasamos la noche en el mismo hotel de la vez pasada.
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El día de la charreada estaba más cerca y con ello estaba cada vez más nerviosa, ese día salí a comer con Serge, a nuestro restaurante favorito en el centro histórico de la ciudad.
— ¿Entonces te irás desde el jueves? —preguntó cuando nos entregaban nuestras bebidas.
—Así es—asentí—, solo atenderé una cita que tengo en la mañana y me iré, ¿Y tú?
—Yo llegaré el viernes doctorcita, tengo varias citas el jueves.
—Entonces allá nos vemos, ¿Te quedarás con Pato?
—Sí, me dijo que quiere que vayamos a un nuevo lugar en el pueblo y que no me preocupara por dónde dormir.
—Ajá—bebí de mi copa—, como si fueras a dormir.
— ¿Y tú? —soltó una carcajada.
—Pues esta vez sí debo dormir, y él también, debe estar bien descansado para la charreada.
—Bueno, tiene sentido para mí—asintió.
—El asunto de no dormir viene después de la charreada—sonreí llevándome un pedazo de lechuga a la boca.
—Claro, la celebración no puede faltar.
—En efecto.
— ¿Tus padres y Gustavo irán?
—Sí, pero ellos llegarán el sábado, mi papá tiene programada una cirugía el viernes, mi mamá tiene actividades en la escuela y Gustavo tiene evento el viernes en el bar.
— ¿Estás nerviosa?
—Bastante—me mordí el labio inferior—, va a hacer el paso de la muerte y eso me tiene con los nervios de punta.
—Ok, yo estaría igual, pero oye, ha practicado mucho, todo saldrá bien.
—Ojalá, de verdad estoy muy nerviosa.
Acomodé mi maleta el miércoles justo después de cenar.
— ¿A qué hora te irás hija? —preguntó mi madre pasándome algunas prendas para meterlas a la maleta.
—Como a las doce ma, solo tengo una cita y ya.
—Ok, nosotros nos iremos a eso de las diez, ¿Crees que los alcancemos en el rancho?
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A Rienda Suelta ©
RomanceUna vida libre y sin compromisos, sin deseo o intención de cambiarlo, una familia unida y una carrera en la charrería consolidada, dinero, mujeres y fiestas ¿Qué más podría querer? Nada, o eso pensaba Carlos hasta que la llegada de una hermosa mujer...