Capítulo 27 "La verdad"

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La vi por unos segundos tratando de digerir dicha información.

— ¿De qué hablas? —fruncí el ceño.

—Hablé con ella, me dijo todo y, Carlos, ella no te engañó.

—Déjame adivinar—reí—, te dijo que tenía pruebas y no te las mostró.

—Sí me las mostró, y de hecho, traigo esa prueba.

— ¿Qué? —la vi sacando su celular.



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Salí del hospital después de despedirme de Serge prometiéndole que lo llamaría cuando llegara a casa, antes, tenía que ir a ver a Gustavo, llegué a su departamento entrando de inmediato al complejo, llegué a su piso y toqué a la puerta un par de veces ya que no abría, estaba a punto de tocar una tercera vez cuando al fin apareció.

—Xime—dijo sorprendido — ¿Qué haces aquí?

­— ¿Estás con alguien? —lo vi usando solamente unos jeans e iba descalzo.

—Sí—sonrió apenado.

—Mejor nos vemos mañana.

—No, espera, estabas llorando.

—Yo...

—Ven, pasa—me jaló al interior cerrando la puerta— ¿Ya fuiste a...?

—Sí—suspiré—, de allá vengo.

­— ¿Y qué pasó? —solo pude asentir mientras volvía a llorar— Oh por Dios—me abrazó a él — ¿Qué vas a hacer?

—No sé, todavía no asimilo las cosas.

— ¿Se lo dirás a Carlos?

— ¡No! —me separé de inmediato.

— ¿Por qué no?

—Porque no quiero, no tiene porqué saber nada.

—Pero...

— ¿Qué es lo que no tiene que saber Carlos? —escuché a alguien saliendo de la habitación.

—Adriana—me sorprendió verla ahí, volteé a ver a Gustavo.

—Perdón por no decirte—se mordió el labio apenado.

—No te preocupes.

— ¿Entonces?— preguntó la mujer portando solamente una bata de baño.

—Las dejaré solas un momento—me dio un beso en la frente.

—No—lo detuve—, mejor me voy.

—Ximena—me llamó la mujer—, por favor hablemos.

—Estarás bien—me guiñó un ojo y salió de ahí dejándonos solas.

Suspiré y caminé hacia la sala seguida de Adriana, nos sentamos pero no sabía por dónde empezar.

— ¿De qué quieres hablar? —pregunté al fin.

—Te voy a preguntar esto solo una vez—asentí—, ¿Engañaste a Carlos?

—No—suspiré viéndola a los ojos—, jamás lo hice.

—Claudia está convencida de tu inocencia y dijo que tenías prueba de ello, ¿Me dejarías verla?

—Sí—saqué mi celular y busqué lo que necesitaba—, primero te explicaré y después te la muestro.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora