Capítulo 24 "Una buena por una mala"

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Terminé una revisión a un perro cuando vi entrar a Ernesto a la veterinaria con su maletín en mano.

— ¿Todo bien?— me acerqué a él en cuanto el dueño se fue con su mascota.
—Tengo que mostrarte algo.
—Vamos a mi oficina.

Me extendió unos papeles en el escritorio.

— ¿Y qué es esto?
—Los papeles que Mauricio presentó para apoderarse del rancho.
— ¿Qué? A ver—tomé los papeles comenzando a leer.
—Como podrás ver hermano, están llenos de tonterías y por supuesto, firmas falsas.
—Ok, ¿Y cómo podemos demostrarlo? Con eso se va directo a la cárcel.
—Es lo que estamos viendo, pero por ahora ya tenemos esto.
—Pues sí, ya es algo.

Salimos de ahí viendo a Xime entrando a la veterinaria, mi sonrisa fue inevitable.

—Hola—saludó caminando hacia nosotros.
—Hola linda—la tomé de la cintura después de que saludara a Ernesto.
— ¿Cómo están?—se abrazó a mí.
—Bien, justo vino Ernesto a decirme que ya hay un avance.
— ¿Enserio?—sonrió emocionada.
—Sí—asintió mi hermano—, tenemos los documentos falsos que Mauricio usó.
—Con eso iría a la cárcel, ¿No?
—Así es, pero bueno, los dejo que iré a comer con Clau.

Lo vi salir, momento que la pegué a mí besándola como me moría por hacerlo desde que llegó.

— ¿Estás bien?—preguntó entre besos.
—Sí—sonreí—, es solo que tenía muchas ganas de verte y besarte.
—Ah—rodeó mi cuello con las manos—, entonces sígueme besando.
—Todo lo que quieras—sonreí besándola de nuevo.

La verdad, es que verla diario era de las pocas cosas buenas que la situación tenía.
Debía reconocer que Xime sabía cómo distraerme de todos los problemas y que fuera un poco más llevadero, sonreí viéndola acostándose junto a mí lista para dormir.

— ¿Ya tienes sueño?—la pegué a mí besando su frente.
—No, ¿Vemos una película?
—Mmm, podríamos poner una película—tomé su pierna colocándola sobre las mías—, y no verla.
— ¿Ajá?—sonrió acercándome a ella— suena interesante.
—Bueno—le di un pequeño beso—, entonces busquemos una.
—Elige la que sea—me quitó el control de la mano—, de todos modos no la vamos a ver.
—Ok, tienes razón—reí viendo que ponía una que ya habíamos visto.

Aventó el control haciéndome reír por ello, la coloqué sobre mí asaltando sus labios de inmediato sintiendo su mano bajando hasta mi entrepierna haciéndome jadear.
Fue una noche por demás maravillosa y que me dejó rendido, y feliz, cada momento a su lado me hacía feliz.

Otro mes pasó y el avance en el caso había sido mínimo lo cual seguía siendo desesperante, dos meses y no podíamos recuperar nuestro hogar, y Mauricio muy feliz disfrutando de lo que había robado, pero no se podía quedar así, él tenía que ir a la cárcel, ahí es a donde pertenecía.

Salí de la veterinaria directamente hacia la casa pues Xime saldría a cenar con Serge, estaba todo oscuro y al parecer no había nadie, subí a mi habitación dispuesto a darme una ducha cuando escuché a alguien entrar.

— ¡Carlos!— era la voz de Ernesto.
— ¡Estoy arriba! —respondí.
— ¡Lo logramos! —entró corriendo al cuarto.
— ¿Qué cosa? —no entendía nada.
—Recuperamos el rancho.
— ¿Qué? —estaba en shock.
—Wey, reacciona—palmeó mi mejilla—, el rancho es nuestro de nuevo, logramos demostrar que tanto los documentos como las firmas eran falsas, además, esto no me lo vas a creer—rio.
— ¿Qué cosa?
—El mismo abuelo de Mauricio declaró a nuestro favor.
— ¡¿Qué?! ¿Cómo fue eso?
—Él no estaba en el pueblo—asentí—, pero cuando llegó y vio todo lo que estaba pasando pues no se quedó callado y mostró los documentos originales, ya solo tenemos que declarar nosotros y ya, los Olvera ya están notificados así que tiene dos días para sacar sus cosas, Mauricio huyó pero ya está siendo buscado, algo que su familia desconocía era que se habían presentado pruebas falsas y ahora quieren hablar con nosotros.
— ¿De qué?
—Quieren disculparse.
—Wow—eso me sorprendió— ¿Y mis papás qué dicen al respecto?
—Ellos aún no saben nada—suspiró—, eres el primero en saberlo.
—Estoy sin palabras.
—No digas nada, vamos a festejarlo.
—Claro—asentí— ¿Qué propones?
—Primero, yo le hablo a Clau y tú a Xime, llamemos a todos—rio— podemos ir a cenar, a algún antro.
—Ok—asentí.

La llamé para saber si tanto ella como Serge podían ir, sonreí al saber que sí.

— ¿No me puedes adelantar algo? —insistió.
—No mi amor—reí—, en el restaurante lo sabrás.
—Está bien—suspiró en medio de una risa.

La vi llegar junto con Serge, como siempre, riendo por algo.

—Hola chicos—saludé en cuanto estuvieron frente a mí.
—Hola amor—sonrió dándome un beso.
— ¿Ya nos vas a decir de qué se trata? —preguntó Serge.
—Cuando estemos todos adentro.

Tomamos nuestros lugares en la mesa y pedimos una botella de tequila.

—Bueno—comenzó a decir Ernesto sirviendo los tragos—, esta noche tenemos una razón muy importante para celebrar.
— ¿Y qué es hijo? —preguntó mi padre.
—Esto—mostró a todos un documento—, el rancho ha vuelto a ser de los Montaño.
— ¿Enserio? —preguntó ahora mi madre.
—Sí—sonrió alzando su caballito—, salud porque ganamos.

La emoción se vio reflejada en el rostro de todos ahí, sentí los brazos de Xime rodeando mi cuello a lo que volteé para besarla.

— ¿Y cuándo podemos regresar a casa? —preguntó de nuevo mi madre.
—En cuanto terminen de sacar sus cosas—respondió Ernesto—, les dimos dos días para hacerlo.
— ¿Qué va a pasar con Mauricio? —preguntó Adri.
—La policía ya lo está buscando por falsificación de documentos.

Estuvimos ahí un par de horas más, terminando la celebración con Xime pero a solas, ahora que todo volvería a la normalidad podría llevar a cabo lo que tenía planeado aquel día en que tuvimos que salir del rancho, la idea me emocionó de nuevo, el siguiente día comenzaría a preparar todo.

Llegué a la veterinaria y me dispuse a hacer las primeras llamadas para ello, pero una llamada de Xime me detuvo.

—Hola linda, buenos días—saludé.
—Hola amor, ¿Cómo estás?
—Sabes que muy bien—sonreí—, después de lo de anoche no podría estar de otra manera, ¿Y tú?
—Igual que tú amor—rio—, oye, ¿Estás ocupado?
—Pues—vi entrar a una persona con un gato—, no lo estaba, pero acaban de llegar con un gato, ¿Por qué?
—Tengo que decirte algo.
— ¿Pasó algo malo?
—Tal vez.
—Me estoy preocupando, ¿Tú estás bien?
—Sí amor, pero es importante lo que te tengo que decir.
—Termino con esta mascota y voy, ¿Ok?
—Está bien.
—Te veo en un rato, te amo.
—Te amo—repitió antes de colgar la llamada.

Tomé mis cosas en cuanto se llevaron al gato y me dirigí hacia la salida cuando entró un mensajero.

— ¿Carlos Montaño? —preguntó.
—Sí, dígame—me acerqué.
—Oh, es para usted—me extendió un sobre amarillo.
—Gracias—lo recibí sin entender.

Regresé a mi oficina para ver de qué se trataba, no traía remitente, abrí el sobre sacando lo que había en su interior, no creía lo que estaba viendo, sentí una fuerte opresión en el pecho, la sensación de que algo dentro de mí se rompía, pero no había duda, tenía la prueba frente a mí.
Salí de ahí con rumbo al consultorio de Ximena a ver qué era lo importante que tenía que decirme, entré al lugar viéndola tecleando algo en su computadora, notó mi presencia apenas unos segundos después.

—Hola amor—se dirigió hacia mí para darme un beso.
—Hola—respondí en cuanto se separó de mí—, entonces, ¿De qué querías hablarme?
—Pues—suspiró caminando hacia un sillón—, es sobre Mauricio.
— ¿Ah sí? —mi corazón empezó a latir más rápido— ¿Qué con él?
—Ayer lo vi, justo…
—Eso ya lo sé—interrumpí.
— ¿Cómo que ya lo sabes? —me vio confundida.
—Y no solo lo viste—la vi fijamente.

Le di la foto que llevaba dentro del sobre, aquella en donde claramente se veía a ella y a Mauricio en un restaurante, besándose.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora