Capítulo 36 "Todo listo"

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Salimos a comer al centro del pueblo celebrando que el niño ahora era un Montaño, por supuesto él estaba más que feliz y David también, pues ahora tenía un primo con quién jugar.

Sus padres decidieron hacer una fiesta ese fin de semana para celebrar más en grande y ya todo estaba listo en el jardín así que yo subí a arreglarme para ello antes de que empezaran a llegar los invitados, salí de ahí con dirección a la escalera pero algo me detuvo.

—Qué guapo—escuché a mis espaldas girándome de inmediato.

— ¡Xime! ——me acerqué emocionada— Para guapas tú—le di un beso en la mejilla y acaricié su vientre—, no sabía que vendrías.

— ¿Entonces me voy? —arqueó una ceja.

— ¡No! —reí— Me refiero a que es una sorpresa maravillosa.

—Es que esa era precisamente la idea.

— ¿Sorprenderme?

—Ajá—sonrió.

—Pues me encantó.

Salimos al jardín donde la mayoría de invitados ya habían llegado, tomamos nuestros lugares y nos sumimos en una extensa plática con mis hermanos.

~~~~~~~~~

Vi a Dani y David divirtiéndose de lo lindo con otros niños y sin poder evitarlo imaginé a nuestro bebé en unos años, sonreí ante ello sintiendo su mano sobre mi vientre.

— ¿Y esa sonrisa? —preguntó en mi oreja.

—Nada—reí—, solo estaba imaginando cuando tenga esa edad.

— ¿Jugando con sus hermanitos?

— ¿Qué? —volteé a verlo— ¿Hermanitos?

—Sí—asintió—, unos tres hermanitos más.

— ¿Estás borracho?

—No—rio—, estoy bastante sobrio.

—Carlos—suspiré—, sabes que...

—Sí, sí, lo sé, no era enserio, bueno sí—rio de nuevo—, porque sabes que me encantaría llegar a eso contigo, pero no te voy a presionar, me dijiste que lo pensarías.

—Y lo estoy haciendo, pero...—arqueé una ceja.

— ¿Pero?

— ¿Cuatro hijos? —soltó una carcajada.

— ¿Son muchos?

— ¡Pues sí! —reí.

—Bueno, bueno, los que sean.

—Vayamos por partes ¿Ok?

—Ok—sonrió antes de darme un beso en la frente.

Disfrutamos del resto de la fiesta, la verdad, extrañaba mucho estar en el rancho, la tranquilidad del lugar y el aire puro, ara un maravilloso lugar para vivir y para el crecimiento de un niño, sacudí mis pensamientos, estaba comenzando a imaginarme ahí y yo aún debía aclarar muchas cosas en mi cabeza.

Terminé rendida y con los pies un poco hinchados, subí a mi habitación y me di una ducha caliente, con eso seguro dormiría muy bien. Salí pensando en una crema que sin duda me ayudaría con los pies hinchados cuando lo vi en el balcón.

— ¿Carlos? —lo llamé a lo que se giró.

—Hola—sonrió acercándose— ¿Ya te vas a dormir?

—Sí—suspiré caminando hacia el tocador—, últimamente termino agotada y con los pies hinchados—los señalé—, pero ahorita les pongo esto y listo.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora