Desperté con el sol entrando por la ventana, llamé a Evelyn para que solo me llamara si había alguna emergencia, me arreglé y fui con Clau quien ya terminaba de maquillarse.
—Hola Clau—saludé con una sonrisa— ¿Cómo dormiste?
—Mucho mejor que en días anteriores—sonrió a través del espejo— ¿Ya tienes que irte a trabajar?
—No, hoy iremos a un spa.
— ¿A un spa? —arqueó una ceja.
—Sí, te va a servir mucho.
—Pero, ¿Y tus citas?
—No hay—me encogí de hombros— Evelyn solo me llamará si hay alguna emergencia, así que desayunamos y nos vamos.
—Ok—sonrió—, ya casi estoy lista.
Se notó tranquila durante buena parte del día, claro que de repente el recuerdo llegaba y se sentía mal, pero cambiaba su expresión a los pocos segundos, el día en el spa nos había servido bastante a ambas, salimos de ahí relajadas y renovadas, comimos en un bonito restaurante y regresamos a casa para otra tarde de películas; su celular comenzó a sonar, vi que se mordió el labio inferior sin dejar de ver la pantalla.
— ¿Es Ernesto verdad? —la vi fijamente.
—Sí—suspiró.
— ¿No has hablado con él?
—No, es que, no sé ni qué decirle.
—Pues tampoco sabes qué quiere decirte.
— ¿Y si me pide que ya no regrese?
— ¿Cómo crees? —reí— Debe estar muy preocupado Clau, ¿Cuántas veces te ha marcado?
—Pues—volvió a ver el celular—, con esta van seis el día de hoy.
—Contéstale, de verdad.
—Está bien—suspiró—¸ le marcaré.
—Ok—asentí—, mientras iré por las palomitas.
—Gracias Xime.
Mientras esperaba a que las palomitas estallaran dentro de la olla llamé a Carlos para saber qué pasaba por allá.
—Hola mi amor—escuché al otro lado de la línea.
—Hola cariño, ¿Cómo estás?
—Bien, vengo saliendo de la veterinaria, ¿Y ese ruido?
—Ah—reí—, son palomitas, veremos algunas películas, ¿Le dijiste a Ernesto que está aquí?
—Sí, se quedó tranquilo pero quiere hablar con ella.
—Sí—suspiré—, justo se quedó en la habitación hablando con él.
— ¿Cómo la has notado?
—Pues, la he visto tranquila, tampoco es que esté feliz, pero, se ve mucho mejor que cuando llegó.
—Eso es bueno, ¿Y tú linda? ¿Qué tal?
—Bien, hoy no fui al consultorio y nos fuimos a un spa, salí de ahí muy relajada.
—Eso suena muy bien, ¿Y ya sabes qué quieres hacer cuando nos veamos?
—Pues, creo que sí, podríamos...—iba a decir pero una voz llamándolo me interrumpió.
—Oh, estás ocupado—era Ernesto.
—Un poco—le respondió.
—Amor—le dije—, si quieres al ratito hablamos.
— ¿Segura?
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A Rienda Suelta ©
RomansaUna vida libre y sin compromisos, sin deseo o intención de cambiarlo, una familia unida y una carrera en la charrería consolidada, dinero, mujeres y fiestas ¿Qué más podría querer? Nada, o eso pensaba Carlos hasta que la llegada de una hermosa mujer...