Los potros que había comprado a Leonardo llegaron sin problemas al rancho, ahora solo teníamos pendiente del día de la boda. Los días pasaron y ahora estábamos a solo un par de días, todo estaba listo, Leonardo, Samantha y su familia llegaron al rancho y mi familia de Guadalajara también.
Solo faltaba mi quinta dama de honor, pero dijo que llegaría el día de la boda por la mañana.
Casi no pude dormir la noche anterior, estaba demasiado nerviosa, aunque la emoción rebasaba todo.
Y el día llegó, todo anduvimos ocupados desde muy temprano, apenas pudimos desayunar juntos, un beso y cada quien se ocupó de sus cosas; los empleados ya se encargaban de la decoración en el jardín siendo supervisados por Clau así que me acerqué a ayudar. Adriana había salido con Samantha y Jennifer a ver al chef que se haría cargo del banquete. Carlos, Ernesto y Leonardo estaban en las caballerizas pues yo llegaría a la iglesia en una carreta dirigida por un par de caballos, y él por supuesto sobre su caballo.
La boda sería, claramente, con temática mexicana, las mesas estaban listas, mantel blanco con un camino bordado a mano, centros de mesa que constaban de una pequeña carreta de madera y dentro flores con colores llamativos, la vajilla y copas ya dispuestas optando por servilletas y moños para las sillas en color verde esmeralda, guinda, rosa mexicano, azul rey y morado. Se dispuso también una hermosa mesa de dulces típicos mexicanos, decorada de igual manera con colores llamativos entre flores, papel picado y motivos charros, como sombreros, además de un arco decorado con flores de diferentes colores, un lugar perfecto para la fotografías, todo se veía precioso, la mesa principal tenía detrás un marco decorado al igual que el arco, y en la pista de baile, blanca, se podía leer al centro con letras doradas "X y C", me encantaba, se veía tal y como lo imaginé cuando lo planeamos, además, se había creado un camino desde la casa hasta el área donde sería la fiesta con antorchas y algunas velas, en la noche lucirían de maravilla.
Serge llegó junto con Pato, en la iglesia también estaba todo listo, mi padre llegaba con Gonzalo trayendo consigo las cajas de Tequila Montaño. Mi corazón estaba que brincada de la emoción.
Los estilistas estaba por llegar y mi quinta dama también, así que era mejor entrar a la casa, además de que era hora de que Valentina comiera. Me frené en seco y sonreí al ver a Carlos en la sala con Valentina en brazos dándole su biberón.
—Te gané—sonrió viéndome.
—Es lo que veo—me acerqué para darle un beso.
—Xime—escuché a mis espaldas, era Abigail—, ya llegó.
—Que pase—asentí.
— ¿Quién llegó? —preguntó Carlos viéndome.
—Mi quinta dama—sonreí viéndola entrar.
— ¡Hola! —saludó efusiva soltando la mano del hombre a su lado y corrió a abrazarme—, sentí que no llegábamos.
—Qué bueno que sí—respondí su abrazo de la misma manera.
—Hola Carlos—saludó al sorprendido hombre—, no te levantes, estás en una labor de suma importancia.
—Aurora—asintió—, qué sorpresa.
—Oh—volteó hacia la puerta—, amor—llamó al hombre que esperaba en la puerta—, les presento a Martín, mi novio.
Comenzamos a prepararnos para la ceremonia, las damas usarían vestidos largos, corte línea A, Claudia en color rosa mexicano, Adriana en azul rey, Evelyn en verde esmeralda, Abigail en guinda y Aurora en morado, todos con una cinturilla bordada a mano por artesanas locales, su cabello ondulado y recogido de un solo lado, además de sus ramos con flores de los mismos colores de los vestidos. Mi niña también estaba lista, usaba un vestido estilo escaramuza en color rosa pálido con detalles guinda, se veía tan hermosa.
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A Rienda Suelta ©
RomanceUna vida libre y sin compromisos, sin deseo o intención de cambiarlo, una familia unida y una carrera en la charrería consolidada, dinero, mujeres y fiestas ¿Qué más podría querer? Nada, o eso pensaba Carlos hasta que la llegada de una hermosa mujer...