Capítulo especial "Mi mejor regalo"

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Tuve que levantarme con mucho cuidado de no despertarlo y bajo la insistencia de dos niños ansiosos, llevaban toda la semana planeando esto y yo por supuesto los ayudaría.

Entré a la cocina viendo que ya habían comenzado con su trabajo, claro, harina por aquí, harina por allá, y dos pequeños chefs con las manos llenas de masa.

—Veo que madrugaron—reí tomando un paño para limpiar sus caritas con harina.

—Es que no te levantabas mami—Valentina se cruzó de brazos tamborileando el pie sobre el piso de madera.

—Ya, ya—reí dándole un beso en la mejilla—, mejor continuemos con el desayuno sorpresa de papá.

— ¡Sí!—ambos niños gritaron volteándose hacia la barra.

Terminé de preparar los hot cakes mientras ellos se encargaban de decorar la charola donde le llevaríamos las cosas. Hice un poco de café, coloqué frutos rojos junto a los hot cakes, huevo frito con espinacas, su favorito, y dos vasos de leche chocolatada para los niños.

— ¿Ya mamá?—preguntó Alexis, mi pequeño charrito quien era el vivo retrato de su padre, su cabello y sus ojos eran lo que más lo denotaban, Valentina, era más parecida a mí, pero tenía la misma sonrisa que Carlos, ahora, mi niña tenía seis años y mi niño cuatro, Valentina iba en su primer año de primaria y Alexis ya iba en jardín de niños, los años pasaban tan rápido.

—Vamos—les dije a ambos tomando la charola y Valentina la mesita de cama.

Subimos tratando de hacer el menor ruido posible, aunque los dos iban muy emocionados, los años anteriores no habían podido hacer nada pues cuando se levantaban su padre ya estaba en las caballerizas con su tío Ernesto preparándose para la charreada anual, pero este año había sido el día anterior, eso explicaba que Carlos siguiera durmiendo.

Dejé la charola en la cómoda de la entrada y ellos corrieron a la cama saltándole encima al pobre hombre.

— ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi!—gritaron ambos despertándolo de golpe, solo pude reír.

— ¡¿Qué pasa?!—preguntó confundido, adormilado, alarmado y adolorido.

— ¡Feliz día del papá!—ambos lo abrazaron y él por supuesto lo correspondió, una vez que reaccionó.

—Gracias pequeños—sonrió dándoles besos a cada uno para después hacerles cosquillas—, los amo hijos.

—Te preparamos algo papi—dijo Alexis separándose un poco de él.

— ¿Ah sí?—entonces me vio, con esa sonrisa que me derretía— Oh ya veo, se ve muy rico—me recorrió con la mirada de arriba abajo, negué sonriendo.

—A esto se refieren—me acerqué con las cosas colocando la mesita sobre sus piernas.

Tomamos el desayuno, los cuatro juntos, como cada fin de semana, pero, solo en la cama cuando había alguna celebración.

—Bueno niños—les dije—, a bañar que sus abuelos y tíos llegan hoy.

— ¡La fiesta!—ambos saltaron de la cama en dirección a sus habitaciones.

—Yo me encargo de Alexis—rio Carlos apartando las cosas—, y después de ti—besó mi cuello mientras colaba una de sus manos debajo de mi pijama acariciando mis senos.

—De acuerdo—sonreí mordiéndome el labio inferior.

Los niños estaban listos y nosotros con urgencia de entrar a la ducha.

Paty, nuestra eficiente empleada de servicio se estaba encargando de limpiar la cocina y al tanto de los niños quienes veían televisión mientras nosotros nos alistábamos.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora